Craneopuntura/ Kléver Silva Zaldumbide

Columnistas, Opinión


MEDICINA INTEGRATIVA ORIENTAL

Dentro de la riqueza terapéutica universal es muy importante seguir explorando la sapiente generosidad de la escuela oriental ya que aquello intentará realmente apegarse a las verdaderas aspiraciones del paciente, siguiendo un anhelo, el de que cada vez la estrategia científico médica que apliquemos sea más humana.

La craneopuntura tiene dos escuelas, la de Jiao Shunfa (China 1938) considerada la primera de las escuelas de esta especialidad y sobre la cual se han desarrollado otras como la escuela Fang Yun Peng. Según Shunfa la craneopuntura conjuga dos sistemas; por un lado, utiliza el sistema de meridianos de la Medicina Tradicional China y por otro los conocimientos de la medicina occidental. Aunque el nombre «craneopuntura» tiene resonancias alarmantes, de hecho, las agujas se insertan paralelas al cráneo, con lo cual es una técnica no invasiva e indolora. Es lógico que se sienta cierto temor a que a uno le pongan agujas en la cabeza, pero una vez que se entiende que las agujas no tocan el hueso no hay nada que temer. Tan solo se deslizan bajo el cuero cabelludo estimulando zonas de excitación como: zona motora, sensitiva, zona de corea y de control de movimientos involuntarios, zona vasomotora (constricción-dilatación de 1os vasos), zona vertiginosa-auditiva, segunda zona del habla, tercera zona del habla, zona psicomotriz, zona de la  motricidad fina y sensitiva del miembro inferior, zona de la visión, del equilibrio, del estómago, hepato-biliar, torácica, zona genito-urinaria, intestinal, naso-gloso-faringea, zona psico-afectiva, etc.

Se utilizan estas zonas reflejas del cráneo que corresponden con zonas de la corteza cerebral para el tratamiento de múltiples patologías. Entre las que más se trata están: Secuelas de accidentes cerebro-vasculares (hemiplejías, parálisis), trastornos del habla (afasias), tratamiento del dolor (cervical, dorsal, lumbar), temblores (corea, parkinson), trastornos de visión, oído (sordera, acúfenos), mareos, vértigos (Meniere), además, trastornos genito-urinarios, bronquitis, disneas, cefaleas, taquicardias, dolor gástrico agudo, cistitis aguda, neuralgia del trigémino, periatritis escapulohumeral, metrorragia, neurodermatitis, urticaria, sinusitis maxilar etc…

El cerebro emocional y sus fuertes relaciones con el resto de la corteza, especialmente con el lóbulo frontal, parece la clave de una buena parte de la patología humana, que radica en una vida emocional perturbada, azotada por frustraciones y tormentas mentales que hacen difícil o imposible su existencia. Entonces, vivir biológica, sicológica y socialmente en equilibrio se transforma en una especie de misión imposible. Y los neurotransmisores, dopamina, serotonina, noradrenalina, endorfinas, encefalinas, y demás estructuras determinantes para orientar y equilibrar las actividades vitales incluida la conciencia, se desbarrancan y crean verdaderas tormentas neuroquímicas capaces de producir naufragios y transformar el “viaje” de nuestra vida llena de sorpresas diarias disfrazadas de rutina, en una pesadilla desgraciadamente estresante.

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