Acoso escolar o Bullying / Paúl Viteri Albán
Ahora fue Johana, una joven estudiante del colegio Mejía de la ciudad de Quito, que con apenas 15 años de edad se quitó la vida a consecuencia del acoso escolar o más conocido como bullying, que habría sido provocado como resultado de una paliza propinada por uno de sus compañeros de colegio, que provocó que la menor perdiera la movilidad en sus piernas y no volviera a caminar.
Antes de tomar esta lamentable decisión, Johana habría solicitado a su madre denunciará el caso, debido a que incluso existían amenazas en contra de su hermano menor y otros compañeros de colegio por parte del agresor, ya que sus agresiones eran constantes, pero ella erróneamente pensaba que debía soportarlo, pues su sueño era ser militar.
Desgraciadamente, al parecer o se normalizó en las instituciones educativas, este comportamiento o esta palabra se convirtió en un comportamiento normal, debido a los innumerables casos de persecución y agresiones que se estarían revelando en las instituciones educativas, que estaría acarreando a terribles consecuencias.
Es indispensable, que entendamos de una vez por todas que la persona que ejerce acoso escolar sobre otra, lo hace para aplicar su poder, esto a través de amenazas, insultos o agresiones físicas que en muchos de los casos pueden llegar a ser irreversibles como en el caso de Johana, además de que en la mayoría de casos, por no decir que todas las víctimas sufren dichas agresiones en silencio.
Considero, de mucha importancia, que los padres detectemos a tiempo posibles cambios comportamentales en nuestros hijos, como que se encierren en su habitación, tengan poco apetito, tengan constante tristeza o peor aún, no quiera ir a sus clases regularmente, además de que resulta imperioso escuchar a los chicos y no poner en entredicho sus argumentos.
Es evidente, que el acoso escolar o bullying tiene efectos en la salud física y emocional de los chicos y, se ve repercutido en el rendimiento escolar de estos, por lo que, es indispensable que las unidades educativas, colegios y universidades, establezcan mecanismos ágiles y efectivos de denuncias, además de empoderar a sus estudiantes sobre la lucha contra el acoso escolar o bullying, asimismo educar radicalmente sobre las consecuencias que podría acarrear este.
Las cifras, son imperdonables, ya que uno de cada diez estudiantes ha sufrido de acoso escolar o bullying y, más del treinta por ciento de estos ha sufrido golpes en el transcurso de este, datos que se transfiguran en escalofriantes frente a una administración estatal y de gobiernos locales que poco o nada hacen para evitarlo, ¿Cuántas Johanas más se necesitará para que despierten? (O)