El omnipresente / Klever Silva Zaldumbide

Columnistas, Opinión

Se sabe que el dolor es omnipresente en la vida y generalmente sirve como advertencia de manifestación inminente de lesión del organismo. Como tal, es tan antiguo como la humanidad, remontándose a nuestros primeros ancestros. Asimismo, es un indicio diagnostico vital en nuestro mundo médico. Nos hemos preguntado muchas veces: ¿Cómo medir el dolor? ¿Qué principales aspectos del dolor y el sufrimiento deben considerarse a la hora de valorarlo? ¿Cuánta influencia tiene el dolor emocional para el dolor físico y viceversa?

Para tratar de entenderle al dolor también es importante sus dimensiones, por ejemplo, la sensitivo-discriminativa (intensidad, localización tiempo); la dimensión afectivo-motivacional, que refleja los aspectos emocionales y aversivos del dolor y el sufrimiento y la dimensión cognitivo-evaluativa, que muestra el significado y las posibles consecuencias del dolor, la enfermedad o la lesión, incluyendo el impacto sobre la calidad de vida del que sufre

Para describir los estados de dolor se han utilizado múltiples clasificaciones en función de factores como duración, origen anatómico y etiología. El dolor agudo suele deberse a lesión o inflamación, tiene valor de supervivencia y puede verse implicado en la curación al promover comportamientos que minimizan la probabilidad de repetición de la lesión. En cambio, el dolor crónico debería tal vez ser mejor considerado como una ≪enfermedad≫ sin finalidad concreta. Aunque no hay un límite claro que marque la transición del dolor agudo al crónico, se considera que el dolor que persiste más allá del tiempo previsto de curación es patológico. En la mayoría de los casos, este periodo es de entre 3 y 6 meses. La intensidad del dolor se clasifica como leve (de 1 a 3), moderada (4 o 5) o grave/alta (≥ 6 en una escala de 0 a 10).

Se define el dolor como percepción sensitiva desagradable con experiencia emocional asociada o potencial daño de tejidos, es decir que puede experimentarse a veces en ausencia de lesión de tejido. Una ampliación de esta concepción es la aceptación del hecho de que el dolor es siempre subjetivo, personal e intransferible; en consecuencia, cuando un paciente refiere dolor, la indicación debe aceptarse en ausencia de evidencias que puedan indicar otra cosa. Esta misa asociación cita ejes del dolor como las regiones corporales, los sistemas afectados, las características temporales, la intensidad y duración desde el inicio, la causa. Existen claras diferencias en los umbrales al dolor en cuanto a sexo, edad, nivel etnocultural, capacidad de administración emocional, heridas emocionales abiertas del pasado, entre muchas más otras circunstancias amenazantes del entorno de cada individuo que sufre dolor.

Por último, mencionaremos a los pacientes con trastornos somatomorfos que expresan sus conflictos subconscientes en forma de síntomas físicos. (O)

MEDICINA INTEGRATIVA ORIENTAL

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