La parálisis del sueño en política / Mario Fernando Barona
En medio de la noche una pesadilla irrumpe su sueño: horrorosa, atroz y descarnada provoca que jadee con angustia y desespero, pero usted sigue profundamente dormido, no es consciente de nada porque no se ha despertado. O a lo mejor sí, lo cual siempre será un alivio.
La parálisis del sueño es diferente porque además de la espantosa experiencia de la pesadilla que está teniendo, usted sabe y se siente despierto -aunque continua con los ojos cerrados-, en otras palabras, cada segundo y con macabra lucidez usted es completamente consciente del sueño, por tanto le urge escapar a la realidad, necesita desesperadamente dejar de soñar, despertar del todo, pero le es imposible, hace esfuerzos sobrehumanos por abrir los ojos, por gritar, por incorporarse y lo único que experimenta es una mórbida e inexplicable parálisis en todo su cuerpo.
Aunque es un fenómeno excepcional, la parálisis del sueño ocurre y cuando lo hace deja secuelas en la psiquis del individuo acunado por Morfeo. Y si aún no le ha pasado, espere, porque según dicen todo el mundo al menos una vez en la vida tendrá que experimentarlo.
No existe una causa científica que lo explique, los especialistas lo atribuyen a falta de sueño, cambios de horario, estrés mental o dormir boca arriba. Hay quienes señalan, en cambio, que es producto de la presencia de una entidad maligna que acecha al infortunado y lo paraliza mientras duerme para robarle su energía.
Lo que vive el Ecuador desde el 2007 para acá es una verdadera pesadilla: narcopolítica, terrorismo, corrupción, políticos inmorales, cínicos y desvergonzados, delincuencia organizada de cuello blanco, sicariato, vacunadores, impunidad, muertes violentas, justicia politizada y a merced del narcotráfico y un largo etcétera.
Vino la muerte cruzada y supuestamente la pesadilla debía terminar, pero desde el ático la presencia maligna sigue paralizando los sueños de libertad, de crecimiento y de días mejores para los ecuatorianos, esta vez con precandidatos chimbadores a la presidencia de la República que solo le hacen el juego a UNES y/o descaradamente corruptos. El pueblo que es consciente en los dos sentidos (juicioso y conocedor de lo que está pasando) sabe que está soñando y quiere despertar, gritar y levantarse, pero el maligno, ese que a pie de cama sonríe burlona e hipócritamente nos detiene y paraliza.
La parálisis del sueño llega a ser tan brutalmente fuerte e incontrolable que esta pesadilla política a muchos ecuatorianos les paralizó el sentido común y no hay forma de despertarlos: no ven, no oyen ni piensan por sí mismos, son conscientes de la desgracia, pero están atrapados, paralizados en la ilusión del sueño socialista.
Si no despertamos ya de esta parálisis, los ecuatorianos quedaremos aún con más secuelas sicológicas, familiares, sociales y económicas de las que ya tenemos y de las que muy difícilmente podremos recuperarnos. (O)