El país merece más
“Según el juez del pueblo, así serán sus ministros, como el jefe de la ciudad, todos sus habitantes. El rey sin instrucción arruinará a su pueblo, la ciudad se edifica sobre la prudencia de los dirigentes” (Eclo 10,2-3).
Este principio tomado del Antiguo Testamento, tiene varias reinterpretaciones. El filósofo francés Joseph De Maistre (1753-1821) en el contexto de la Revolución Francesa decía “cada pueblo o nación tiene el gobierno que merece”. El narrador y ensayista francés André Malraux (1901-1976) dijo algo parecido, “la gente tiene los gobernantes que se le parecen”. Para José Martí, filósofo y político cubano (1853-1895), el “pueblo que soporta a un tirano, lo merece”;…
A priori, merecemos los gobernantes que tenemos. Pero solamente a priori. La verdad, asumen el poder autoridades con el 20% de la votación, sabiendo que 8 de cada 10 electores no los quieren en ese cargo. Mantenemos dignatarios que llegan a través de elecciones constituidas de forma deficiente, con tantos y tantos partidos y movimientos advenedizos, fantasmas y de alquiler. La presidencia de la república se puede ganar con el 20% en la primera vuelta. En la segunda vuelta, cuando quedan dos pociones, muchos ciudadanos optan por escoger el mal menor.
Los mandatarios no representan a la mayoría, sino a cierta cantidad de votantes, que de no ser obligatorio, tal vez el domingo de las elecciones harían cualquier cosa, menos asistir a los recintos electorales, por apatía o indiferencia y cansados de tantas promesas incumplidas.
Urge un liderazgo que agrupe, active y oriente a la población con un plan específico basado en valores y principios y que motive a los ecuatorianos a dejar sudor, lágrimas y tiempo para sentar los fundamentos de una nueva nación. Este no es el momento, nunca lo será, de confiar en lobos disfrazados de ovejas al frente de un rebaño que, aceptando sin objeciones las ideas del marketing político, celebra ser parte de la tendencia borreguistas, es decir, de gente sin criterio propio y que se deja llevar por las opiniones ajenas.
No nos meceremos todos los candidatos que tenemos, como no merecemos el gobierno que se va. Esto no significa lavarse las manos. Los candidatos califican siguiendo las formalidades exigidas por la ley, después solamente sufrimos sus consecuencias. Al margen de los colores políticos la primera obligación es votar por candidatos capaces diferenciar entre verdad y mentira; corrupción y honestidad, tiranía y libertad;…