El legado de un tipógrafo y el primer diario ambateño. 1933

Columnistas, Opinión

Venimos convocados a rememorar vivencias de este pueblo donde siguen  ocurriendo sucesos de lo real maravilloso. Los hijos y los nietos de los soñadores de entonces, seguimos siendo los mismos. ¿Quién ha dicho que “nosotros los de entonces ya no somos los mismos”? Neruda: ¡Cuántos poemas 20 nos han pasado desde 1924 en que “mi voz tocaba el viento para tocar su oído”. Esas voces que van entrando al siglo de vigencia, en Ambato, siguen entrando a los oídos de la gente que nos quiere por medio de las palabras que siendo abstractas ideas pasan a ser almas de tinta indeleble antes de llegar a ser conciencia selectiva una vez que han sido leídas en libros y periódicos publicados  no solo por la constancia, sino por la porfía y la obsesión  de idealistas como don Ángel María Garcés Andrade que puso su imprenta al servicio de su patria chica que es como se hacen las patrias grandes, para fundar el primer diario ambateño que lo llamaron CRÓNICA y que vio la luz un 10 de Agosto de 1933, hace casi exactamente 90 años.

Preguntémonos: ¿Hubiera sido fácil publicar un periódico sin tener imprenta, y propia? Va otra pregunta sobre estos orgullos que tenemos los ambateños de ser “Cuna de la Primera Imprenta” por el hecho de que se  instaló en Hambato la prensa traída desde Italia  por  el padre Maugeri adquirida en 1750 y que llegó a la Villa 5 años más tarde, no  para quedarse, sino por 4 años, porque para 1759 los jesuitas la llevaron a Quito. La pregunta es ¿sirvió esta imprenta para la difusión del pensamiento ambateño de la época? ¿Estamos contentos con la impresión de las rezanderías de la Piissima? Este bache nos deja una incógnita de haberse extraviado las razones de haber traído una imprenta por algún obsesivo que pensó que Ambato era una clave. ¿Por qué no se llevó a Quito o se dejó en Guayaquil?  Mejor suerte para estos comentarios de lo real maravilloso tuvo Espejo que se valió de ella para que en 1792 aparecieran las “Primicias de la Cultura de Quito”.

Si nuestro orgullo es la instalación de una imprenta en una Villa sin escritores, conviene que sacudamos nuestra telarañada aceptación al suceso pasado para contrastar con lo acaecido en 1933, cuando una imprenta traída a la naciente aldea ambateña de propiedad de don Ángel María Garcés, sirvió para que escritores e intelectuales de esa época que integraron su planta de redactores y tipógrafos, dejaran la impronta de su pensamiento. Se han de recordar al Dr. Tarquino Toro Navas como Director que no aparece su nombre en el # 1, sino  tan solo el nombre de “R. Pachano L. Administrador – Gerente”. Si no se reincidiera en la publicación que ahora presentamos, de seguro nos quedaríamos como con lo sucedido en la Colonia.

Otros nombres que están en la edición que estamos presentando son de los señores que constan en una fotografía: Ángel Vicente Garcés Guzmán, Juan Galarza, Gilberto León, N. Bonilla, N. Díaz, César León, Gustavo Sánchez Ramírez, Manuel Yépez, Bolívar Velasco, Fausto Cobo, Luis Sánchez Ramírez, Neptalí Sancho Jaramillo, Carlos Toro Navas, Nicanor Navas, Alonso Mayorga, Nicanor Carrasco Ruiz que era Regente Nocturno.  Ricardo Paredes; estaba entre curiosos tipógrafos. A estos nombres hay que añadir la figura de Jorge Isaac Robayo, Nicolás Rubio Vásquez y los directores de la Casa de Montalvo, así como del colegio Bolívar. (O)

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