Reputación económica a la baja
La primera economía del mundo ha sido juzgada como la de un país emergente y no como la de un país desarrollado, según el famoso periódico financiero inglés The Financial Times, con motivo de la reciente degradación del valor de la deuda estadounidense por parte de la prestigiosa calificadora Fitch, que bajó su calificación de AA+ a AAA. Si bien los funcionarios del gobierno de Biden pusieron el grito en el cielo, a la calificadora Fitch le sobraron razones para hacerlo.
La sostenibilidad financiera de Estados Unidos depende de su exorbitante privilegio de imprimir dólares para pagar sus abultadas deudas. En lo demás, comparte las mismas angustias fiscales de los países excesivamente endeudados y con altos déficits gubernamentales, como Ecuador. La relación de la deuda frente al PIB, el 2023, se espera que sea de 98%, mientras la de nuestro país bordeará el 65% del PIB. Ello significa que, del 100% de la producción anual, el 98% y el 65%, respectivamente, corresponde a deuda pública interna y externa. En todo caso, a Estados Unidos le resulta más fácil pagar su deuda que a Ecuador. Imprime dólares y paga. Sube impuestos y resuelve cualquier problema.
En el horizonte económico estadounidense -y en ello existe un parecido con Ecuador- se advierte el incremento sostenido de la deuda por el aumento, a su vez, del gasto público. Biden aprovechó la pandemia para gastar sin límite y comprometer gastos futuros. Sólo los subsidios para los vehículos eléctricos se estima que llegarían a 393 billones de dólares y que el gasto para cumplir los compromisos climáticos superaría los 1,2 trillones de dólares.
El hecho que el dólar sea todavía la moneda de reserva mundial ha evitado que la deuda estadounidense sea degrada en el pasado reciente. Sin embargo, el momento en que los mercados perciban problemas de gobernabilidad y de cumplimiento puntual de obligaciones derivadas de la deuda pública, como señala The Wall Street Journal, se desvanecería rápidamente el poder del dólar y poco importaría que Estados Unidos pueda imprimir dólares. Por el bienestar de los estadounidenses y de aquellos ciudadanos del mundo que gravitan alrededor del dólar, Estados Unidos debe cuidar su reputación económica. Para ello, debería dar ejemplo de un gasto público ordenado y sobrio y no peor que el de los populismos latinoamericanos. (O)