Mensaje al infinito
¡Es urgente que este país del olvido recupere la memoria!
Es urgente que la solidaridad evolucione, desde el deseo reprimido o desde la frase inoportuna y convencional, hacia la praxis diaria, producto del convencimiento y de la integridad moral enraizada en el alma de los ecuatorianos.
Es urgente, no solo repensar el país, sino la familia y la sociedad como expresión extendida de aquella y fundamentación existencial del primero, para escarbar en el recuerdo y recuperar -no solo el sentimiento sino la sensación y la certeza de paz- que nos cobijaba hasta antes de la inconsulta apertura a la mal entendida práctica de la “ciudadanía universal” que finalmente solo nos ha dejado huellas de dolor, rabia e impotencia.
Es urgente abandonar el estado de conformismo y recoger la mirada perdida en el horizonte, en su desesperación de pretender mirar lo que no existe, para compensar la realidad lacerada que nos conmueve y que se transmuta con la simple sustitución de la noticia por otra de última hora.
El discurso político nunca superó la insatisfacción social, porque jamás conectó con ella. Solamente la maquilló y moldeó, para alcanzar sus propios y particulares intereses. Y cuando más cerca estuvo de dar el salto y apuntalar la bondad de la gente y su deseo de superación, ha sido acallada la voz -pero- diseminada la emoción del compromiso ciudadano para con el futuro.
En el libertario mes de agosto, espacio en el que anualmente se muestra de cuerpo entero: la masacre de los patriotas del 2 y el grito independentista del 10, suma ahora el magnicidio de la ilusión de un pueblo que no desmaya en su propósito de enarbolar la verdad. Porque, a partir de ella se construirá la institucionalidad nacional en la que brille la justicia, la paz, la solidaridad y la cordura.
A partir de hechos tan execrables como el ocurrido en la tarde-noche del miércoles 9 de agosto con Fernando Villavicencio, que enlutan la democracia nacional; el país está confrontado con su propia capacidad de respuesta para enfrentar los avatares y resurgir. Pero desde este día de la ignominia y el vandalismo narco político, el Ecuador deberá dormir con un ojo abierto, para no ser sorprendido nuevamente y sobrepasado por la audacia, la alevosía y la confabulación criminal.
¡No más violencia! Necesitamos vivir en paz, desarrollarnos con tranquilidad, avanzar con verdad y generar espacios de seguridad jurídica que abonen a la seguridad ciudadana y a su insoslayable necesidad de bienestar.
Si bien es cierto que el tiempo no se detiene y que el sol alumbra cada mañana; el desafío que nos debe movilizar como comunidad es advertir lo qué debemos y lo qué vamos a hacer para superar el impasse, una vez que parece que hemos tocado fondo.
Tal y como refiere Gabriel García Márquez en su novela “Crónica de una muerte anunciada”, parafraseando alguno de sus contenidos, diré que: ‘… ya está muerto, y que lo mataron los <<sicarios>> para vengar la vergüenza de haber sido señalados y tener que enfrentar a la verdad y ser sometidos a la justicia’. Y esto, como en el libro que cito, es insuficiente para recuperar, proteger y preservar la vida de los ecuatorianos, si todos, como en “fuente ovejuna” no asumimos a plenitud nuestra responsabilidad civil y no hacemos lo que a cada uno nos corresponde para salvaguardar lo que nos resta de nacionalidad, de estirpe, de país.
No podemos, ni debemos guardar silencio. Es preciso caminar si detenerse.
¡Qué el vuelo nunca se interrumpa y el espíritu se inflame ante la presencia de Dios! (O)