Que hoy se escuche la voz de los buenos

Columnistas, Opinión

Esta escuálida democracia en la que vivimos, nos ha traído un sui géneris proceso electoral con muchas candidaturas sonando a chimbadoras; un proceso electoral apático, en donde no hay mucho de donde escoger, en donde la idoneidad para conducir el destino de un país en crisis es escasa; en este contexto embaucador, se pide al pueblo nuevamente elegir a sus representantes.

Muchos pensamos que el debate entre los siete candidatos a la presidencia de la República era la oportunidad para tener mas claro el panorama y decidir el voto. 

Nos quedamos cortos: Pura oferta demagógica que no sintoniza con el anhelo popular; la retórica por la seguridad… Ya lo hemos hecho antes y lo volveremos a hacer… ¿Atracar nuevamente la patria será? Ciertamente, ninguno habló de reformas estructurales, obviamente a ninguno le conviene, porque los resultados de este tipo de reformas se dan en el largo plazo, y los candidatos obedientes a intereses personales y partidistas piensan el corto plazo. Con esta consabida practica de los políticos nos han comido el cuento durante décadas de democracia. Y en esta triste realidad, los buenos solo escuchan…. En silencio.

Se me viene a la mente la espectacular frase de Martin Luther King “No me preocupa el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin ética. Lo que si me preocupa es el silencio de los buenos”.

Quizá los buenos (es decir los de a pie) han perdido la esperanza, a estos no los detiene el miedo, sino la desesperanza, a lo mejor callan porque ven imposible que algo bueno suceda con la clase política que tenemos; los buenos han experimentado mucha frustración, ya no creen en sus políticos. Esa es la razón por la que en los procesos eleccionarios exista un alto porcentaje de votos nulos y blancos.

Esta realidad puede conducir a una situación derrotista y destructiva del inconsciente colectivo.

Los problemas de nuestro Ecuador no se derivan sólo de las acciones malas, de las decisiones mal tomadas, de la corrupción, la violencia, sino también y en buena medida, de la actitud contemplativa de ese otro Ecuador (en donde están los buenos) que consideran que los problemas del país no les conciernen. Y se han acostumbrado a escuchar de una manera anestesiada las cifras de desnutrición infantil, de crecimiento del narcotráfico, de desarrollo del microtráfico, del déficit fiscal, del enriquecimiento ilícito, etc. etc., que eventualmente nos convierte en cómplices de esta decadencia.

Que hoy se escuche la voz de los buenos, no dejemos de ir a votar, no permitamos que otros decidan por nosotros, no votar en blanco porque hay el riesgo de que otros hagan la raya en nuestra papeleta. Frenemos a los que han hecho tanto daño al país, y quieren regresar, frenemos a los oportunistas y milagreros que ofrecen para para hoy y hambre para mañana, aquellos que nos quieren quitar la dolarización. Que hoy se escuche nuestra voz… la voz de los buenos.  (O)

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