Síndrome de Estocolmo
Cuando las víctimas de injusticia y abuso crean vínculos de simpatía con sus explotadores, se genera una paradoja, que algunos psicólogos la conocen como Síndrome de Estocolmo. De hecho, varios profesionales de la psicología consideran a este fenómeno como un instinto de supervivencia que de alguna manera ayuda a las víctimas a coexistir con los efectos de una situación frustrante.
¿Acaso, este Síndrome de Estocolmo puede aplicarse a un país que ha vivido una tendencia socialista – populista que confunde a los electores con mentiras, aprovechándose de las necesidades y sueños de los ciudadanos de a pie?
Como justificar ese 34% de electores leales a Correa que votaron por la candidata González; sometida a los órdenes de su mentor, obligada a repetir la cantaleta “Ya lo hicimos y lo volveremos a hacer”.
Significa que el 34% apoya el odio del prófugo que en su triunfalismo despotrica advirtiendo que “su venganza personal será contundente”. Significa que ese 34% apoya la corrupción, la violencia, la impunidad. ¿Es decir, somos una sociedad que admite la violencia como una forma de vida?, que resiste el azote de la corrupción y del crimen organizado?
Hace pocos meses la mayoría de ecuatorianos sentíamos aversión por una asamblea vergonzosa y antagónica que, en vez de generar leyes en favor del pueblo, se dedicó a hostigar al presidente Lasso, hasta que terminaron con la muerte cruzada; y paradójicamente acabamos de elegir casi la misma asamblea con los mismos actores (salvo pocas nuevas excepciones).
Así también ese 24% obtenido por el joven candidato Noboa, que lo pone en segunda vuelta; prácticamente en una semana modifica el tablero electoral luego de un insustancial debate presidencial. Sin duda el electorado joven y la población indecisa poco reflexiva, le dieron los votos.
Este electorado ingrato, rápidamente se olvidó de todo lo que Villavicencio hizo para desenmascarar a los corruptos que se enriquecieron a costa de este pueblo desorientado.
Sin duda Otto y Topic se quedaron perplejos. No entendieron que el partido hay jugarlo hasta el pitazo final; Noboa les hizo el gol en los descuentos.
En este nuevo proceso electoral se ha ratificado que la mayoría de ecuatorianos no tiene un voto responsable, el voto en Ecuador es emocional; atontado por la propaganda populista de culpar al otro y de ofrecer dádivas a un pueblo inerme que sufre el Síndrome de Estocolmo. (O)