La sábana
Es innegable que cualquiera de los dos candidatos finalistas que gane las elecciones en segunda vuelta tendrá que, por sobre cualquier lineamiento programático, atacar con urgencia primordial la inseguridad en el país. Ese solo punto es clave no solo para la tan anhelada tranquilidad de los ecuatorianos, sino además, en la construcción del andamiaje político que le permitirá a ese presidente continuar en el poder después de finalizado el cortísimo año y medio que tiene para gobernar.
Para el efecto, el candidato Daniel Noboa ha sido claro en señalar que no negociará con el crimen organizado y que los enfrentará con toda la fuerza. Luisa González es el otro lado de la medalla toda vez que su compañero de fórmula anunció que “se sentarán a dialogar con los líderes más buscados en cada provincia”. Será por eso tal vez que, más allá de esta romántica docilidad, son los mismos delincuentes los que piden a gritos que gane Luisa. Mire. Semanas atrás, delincuentes privados de la libertad (PPL) escribieron en una sábana expuesta por varios de ellos en el techo de la penitenciaría la siguiente frase textual: QUEREMOS QUE VUELVA CORREA y justo al lado otra que decía: LA LEY NOS ESTÁ MATANDO QUEREMOS PAZ.
Usted sabe que frente al narcoterrorismo y a la delincuencia organizada el Estado cuenta únicamente con dos caminos: enfrentarlos o pactar con ellos. El primero le pone al gobierno como enemigo directo de la mafia al pretender eliminarlos por la fuerza, y dependiendo de la estrategia no hay garantía de su eficacia. En cambio, el segundo, habitual modus operandi de los gobiernos de izquierda aliados al Socialismo del Siglo XXI, consistiría en un pacto de no agresión mutua (entre otras “libertades”) lo que garantizaría una casi inmediata disminución de los índices de violencia en las calles. Claro, a cambio de la prostitución del Estado al venderse a la mafia.
En conclusión, si gana Luisa ganarían los delincuentes que verían cumplidas sus exigencias escritas con grandes letras rojas en la sábana, o, dicho de otra forma, el pacto entre pandillas daría sus frutos. El verdadero dilema está en si gana Noboa, y lo es no únicamente para él como posible gobernante sino sobre todo para el Ecuador como nación porque al ser la seguridad un tema urgentísimo y vital, en solo dieciocho meses como presidente deberá demostrar que sin negociar ha conseguido resultados certeros en el combate a la delincuencia, de lo contrario, no es nada difícil que a la vuelta de la esquina el electorado nuevamente frustrado y traicionado mire esta vez a la orilla opuesta. Y hasta ahí llegaremos, una vez que la crucemos no habrá vuelta atrás.