Sostener la dolarización
A pedido de unos chicos de un colegio local, vamos a orientarlos y hacer un poco de historia de quien vivió antes de la dolarización que decretó el presidente Jamil Mahuad, decisión tan importante que no fue para mantenerse en el poder sino una necesidad esencial y obligada para la supervivencia del Ecuador. Recabando datos de la crisis del sistema monetario Ésta empezó en 1981, cuando el dólar supero la tasa de cambio de 30 sucres. Era una especie de barrera psicológica que fue traspasada por los hechos. En esos tiempos, el Presidente Roldós se enfrentaba a un Congreso opositor presidido por Assad Bucaram, quien decía que él lo había llevado al poder y que Roldós ni siquiera le había consultado los nombres del gabinete, ni había nombrado ministros a ninguno de sus allegados, y aquí vamos indicando que ya hay traiciones dentro de los mismos familiares, y como siempre hasta ahora mal paga el diablo a sus devotos; como ahora mismo los que estuvieron en campaña buscándoles a los ganadores a ver si dan algo a cambio y éstos andan escondidos hasta que se olviden.
Continuando, el Congreso de aquellos días tenía la facultad de incrementar el salario mínimo. Bucaram no tenía conocimientos de finanzas públicas, pero el congreso de aquel entonces “duplicó los salarios a cuatro mil sucres” sin tener en cuenta que el Estado es el mayor empleador del Ecuador, en ese entonces fue una decisión demagógica y hostil para el presidente Roldós. Muchos empresarios y personas tenían deudas en dólares y no sabían qué hacer, algunos empresarios decían que no le permitían pagar más de 5 o 6 sucres por dólar y que estaban quebrados y fue un tobogán siniestro que sólo se detuvo cuando el sucre fue sustituido por el dólar. Al final de los años 90 del siglo pasado, era conmovedor ver a la gente haciendo cola frente a las casas de cambio para comprar uno o dos billetes de dólar, porque era la manera de ahorrar algo. Los precios de las subsistencias aumentaban todos los días. Los pobres y los de las clases medias vivían desesperados porque la plata no alcanzaba, se hacía agua.
Quebraron muchos bancos, pero sus dueños emigraron con sus riquezas al exterior. El dólar llego a cotizarse a treinta mil sucres. El país se hundía en un pantano podrido de corrupción y desgobierno, igual que ahora, si no que los actuales saben cómo guardarse las espaldas, pero que hay corrupción lo hay. Y los dos últimos años del siglo pasado nos hicieron sentir como si una guerra nos hubiera aniquilado. Hoy, después de veinte y tres años nuestro sistema económico sigue subsistiendo a pesar de que en las arcas fiscales deben haber desaparecido por vía de la corrupción alrededor de unos 100 mil millones de dólares durante los últimos 23 años. Y si no hubiera existido el único sistema exitoso instituido en este país, capaz que hoy estuviéramos exactamente igual que Cuba, Nicaragua, Argentina o Venezuela, pidiendo limosna y comida en las calles. Dios quiera que la gente haga conciencia y permita que continúe este sistema monetario. (O)