La epidemia del fentanilo
Todd Robinson, jefe antinarcóticos de Estado de Estados Unidos, afirmó el pasado martes que Colombia y Ecuador, junto con México, participan en la producción o tráfico de fentanilo. El ministro del Interior, Juan Zapata, desestimó las acusaciones, aunque no descartó la presencia de esta droga dentro del territorio nacional.
El fentanilo es un opioide sintético que podría tener una potencia que supera hasta 50 veces a la heroína y 100 veces a la morfina. En su versión de producto farmacéutico fue creado para controlar dolores intensos. En su versión de negocio ilícito se fabrica con fines opuestos a la salud.
Esta droga aparece en varias presentaciones y frecuentemente mezclada con heroína, cocaína y metanfetaminas. En su forma líquida ilegal existe como aerosol nasal, gotas para los ojos y gotas aplicadas en papel y en golosinas pequeñas. La presentación en polvo guarda la forma tradicional de otras drogas o se vende como pastillas falsas. En los dos casos son extremadamente peligrosas para la vida de los consumidores.
Que el Ecuador sea nominado como productor o país de tráfico es un dato que el gobierno y la ciudadanía debería asumir con seriedad. El fentanilo es la droga más potente conocida hasta ahora y está causando víctimas numerosas todos los días en EEUU. Entre el 2019 y el 2021 las muertes por sobredosis aumentó un 94 %.
Si bien, el consumo ilegal al margen de las prescripciones médicas inició mucho antes. La pandemia del Covid-19 incrementó la cantidad de adictos. En EEUU durante el año 2020, las muertes por sobredosis llegaron hasta los 91.799 casos y en el 2021 se registraron 106.699 decesos. Hoy se estima que cerca de 200 estadounidenses fallecen cada día por consumir esta droga. Mientras tanto, solo en el 2022, fueron incautadas más de 50 millones de píldoras falsas y 4.500 kilos de polvo de fentanilo. Esto equivaldría a casi 400 millones de dosis potencialmente mortales.
Esta droga, entre otras cosas, produce desentendimiento, sedación, aletargamiento, sensación de bienestar, euforia, felicidad extrema, confusión y un riesgo mortal para los consumidores del mercado ilegal. Por esta razón, la llegada del opioide al Ecuador plantea un llamado urgente a la acción conjunta entre las autoridades, los profesionales de la salud y la ciudadanía. La educación en las familias y la implementación de medidas preventivas son fundamentales para combatir un mal que está entre nosotros. (O)