Sabiduría Infantil

Columnistas, Opinión

Los adultos solemos considerarnos maestros de los niños, creyendo que somos quienes les enseñamos acerca de la vida. Sin embargo, los infantes pueden brindarnos lecciones valiosas sobre cómo vivirla si nos permitimos ver a través de sus ojos y dejamos de intentar que se asemejen a nosotros todo el tiempo. Observar el mundo desde la perspectiva de un niño puede llenarnos de plenitud y satisfacción por la vida. Una lección esencial que los niños nos ofrecen es el arte del mindfulness o conciencia plena. Esta práctica ha demostrado ser una herramienta poderosa para el bienestar mental y emocional en adultos. Sorprendentemente, los niños, con su naturaleza innata, nos brindan valiosos insights sobre esta práctica.

Uno de los regalos que los niños aportan a nuestra comprensión del mindfulness es su curiosidad sin prejuicios. Observan el mundo con ojos frescos, sin etiquetas ni juicios preconcebidos. Esta cualidad nos recuerda la importancia de explorar la vida con una mente abierta y sin expectativas. Asimismo, los niños son maestros de la aceptación incondicional. No se critican a sí mismos por errores y no juzgan a los demás por sus diferencias.

Los niños tienden a vivir el momento presente. Viven con la mente, la atención y la energía centradas en lo que está sucediendo en el ahora. Esta es una gran habilidad para la vida, preocuparse demasiado por el pasado o el futuro genera una vida más estresante y posiblemente aumenta la ansiedad y/o la depresión. Finalmente, los niños nos enseñan la maravilla de lo simple. No necesitan cosas complicadas o lujosas para ser felices. Encuentran alegría en las cosas más simples y nos enseñan a valorar lo esencial en la vida.

Al interactuar y observar a los niños, podemos redescubrir las esencias más puras del mindfulness. Nos instruyen a vivir con curiosidad, aceptación, presencia, espontaneidad, gratitud y simplicidad. Mientras los adultos intentamos descubrir cómo dominar la atención plena mediante el uso de aplicaciones y talleres, los niños ya poseen esta capacidad, lo cual, nos invita a observarlos más y aprender de ellos. Igualmente, nos muestra que la atención plena no es algo que debamos aprender: ya reside en nosotros, debemos recordarla.(O)

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