Violencia Colectiva

Columnistas, Opinión

La violencia colectiva es un fenómeno profundamente arraigado en la psicología humana y la dinámica social. A lo largo de la historia, hemos presenciado cómo personas comunes y corrientes pueden verse inmersas en actos violentos en nombre de un grupo, a pesar de que el principio moral fundamental de «no hacer daño» es ampliamente aceptado en nuestras sociedades.

Los científicos psicosociales han buscado durante mucho tiempo entender este comportamiento aparentemente contradictorio. Una de las explicaciones clave radica en la identificación con el grupo violento propio. Cuando las personas se sienten parte de un colectivo que abraza la violencia, pueden encontrar justificaciones y recompensas para sus acciones, lo que reduce la aversión inherente a causar daño a otros. Esta identificación con el grupo también se refuerza a medida que participan activamente en actos violentos, creando un ciclo de violencia difícil de romper.

Un aspecto relevante es que la participación en grupos violentos no siempre comienza con un fuerte deseo de violencia. Las personas pueden unirse por una variedad de razones, como creer en la causa del grupo o buscar beneficios económicos o sociales. Sin embargo, una vez dentro, el deseo de encajar y pertenecer al grupo puede impulsarlos a cometer actos violentos. La construcción de una identidad colectiva también influye en la participación en actos violentos.

Siguiendo la teoría de Sigmund Freud, el Id, la parte más primitiva de la mente humana, puede jugar un papel relevante en la violencia colectiva al impulsar comportamientos agresivos sin considerar las consecuencias morales. Cuando las personas se encuentran inmersas en un grupo involucrado en actos violentos, sus instintos más básicos a menudo se desinhiben, lo que facilita la expresión de agresión y violencia.

En resumen, la violencia colectiva es un fenómeno complejo arraigado en la identidad de grupo, la psicología de masas y la liberación de impulsos primitivos. Comprender estos aspectos es esencial para abordar y prevenir la violencia colectiva en nuestras sociedades y trabajar hacia un mundo donde el principio de «no hacer daño» prevalezca sobre la agresión impulsiva. (O)

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