Positividad Tóxica

Columnistas, Opinión

En la búsqueda de la felicidad y el bienestar, a menudo nos encontramos con un consejo común: «mantén una actitud positiva». A primera vista, esto parece un consejo sabio y alentador. Sin embargo, como en todo, el exceso puede resultar contraproducente. Es aquí donde entra en juego la noción de positividad tóxica.Tener una perspectiva positiva de la vida es bueno para el bienestar mental. Pero, ¿qué sucede cuando esta positividad se convierte en una máscara que oculta nuestras verdaderas emociones?

La positividad tóxica se manifiesta cuando nos apresuramos a descartar las emociones negativas, tratando de aferrarnos a la felicidad como si fuera un salvavidas en medio de un mar tempestuoso. El problema es que la vida no siempre es positiva. Todos tenemos emociones y experiencias dolorosas. Esas emociones, aunque a menudo son desagradables, deben sentirse y tratarse de manera abierta y honesta para lograr aceptación y una mayor salud psicológica.

Cuando insistimos en que las personas solo sienten la mitad de su experiencia emocional, les estamos diciendo que algo anda mal con ellos al sentir lo contrario. La tristeza, la rabia, el miedo; todas estas emociones son intrínsecas a la experiencia humana y merecen ser reconocidas y aceptadas.  Además, puede llevar a un sentido de culpabilidad en quienes se sienten incapaces de mantener una fachada constante de alegría. Al tratar de forzar una actitud positiva, también corremos el riesgo de evitar el crecimiento personal. Las lecciones más valiosas a menudo surgen de la adversidad y el enfrentamiento honesto de nuestras emociones más desafiantes. La positividad tóxica, en última instancia, puede convertirse en un obstáculo para la autenticidad y la conexión genuina con nosotros mismos y con los demás. En lugar de buscar la positividad a toda costa, es importante cultivar un espacio donde todas nuestras emociones sean bienvenidas y respetadas.

La clave está en encontrar un equilibrio saludable entre la positividad y la aceptación de la gama completa de emociones humanas. Esto implica permitirnos sentir, sin juzgarnos a nosotros mismos ni a los demás. La vulnerabilidad y la autenticidad son los cimientos de relaciones significativas y una vida emocionalmente plena. (O)

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