Un nuevo rumbo
El Ecuador acaba de escoger un nuevo rumbo para su destino. Eligió a Daniel Noboa, de 35 años, para que resuelva gran parte de los problemas que enfrenta y que le han dejado sin seguridad, con una economía que no despega y con miles de compatriotas migrando cada mes. No es una tarea sencilla. Requerirá del apoyo y de la comprensión de todos los que quieren ver un cambio y una nueva historia. De los que se encuentran en situaciones de poder y de los que no. De los que generan opinión y de los que influyen en la sociedad.
Pero es evidente que no se trata solamente de un nuevo mandato sino de un cambio generacional y radical de época. Los ecuatorianos eligieron sabiamente a un candidato que nunca se presentó en los extremos y en los “antis”. Que salió de la lógica tradicional de la política y se comunicó juvenilmente. Que no insultó, ni atacó ni hizo campaña sucia contra sus contrincantes. Que no se quedó en la rula maldita y perversa que ciertos medios de comunicación alientan para alimentar sus propios odios y complejos. Ganó lo nuevo y lo joven. Perdieron los odios y la violencia.
Ese es el mandato del nuevo gobierno y del flamante Presidente. Hacer que las cosas cambien sin caer en lo de siempre. Con soluciones reales que no signifiquen anular a los adversarios vilmente, sino haciendo una mejor gestión. Los ecuatorianos tienen que volver a encontrar medicinas en los hospitales. Tienen que volver a sentirse dignos cuando buscan un servicio público. Tienen que poder caminar tranquilos por sus calles y cuando toman un helado con sus hijos el domingo. Ese es el mandato al Presidente Noboa. El cambio. La renovación.
La esperanza de tener un gobierno dinámico que no se diluya en la ilusión de la alfombra roja y los cocteles. O de las fotos y los amigos aduladores. El mandato es cambiar todo eso. Pasar la página de malos gobiernos que abandonaron a los ciudadanos. Difícil tarea tiene el nuevo presidente. Pero el hombro lo tenemos que arrimar todos para que el lugar donde vivimos sea cada vez mejor. (O)