La escala de la estupidez humana
Decir que todo el material visible que contiene nuestro sistema solar es enorme es poco… es sencillamente inconmensurable, de hecho, ninguno de los mapas que seguramente usted ha visto del sistema solar está dibujado ni remotamente a escala, estos muestran los planetas uno detrás de otro a intervalos de buena vecindad, pero se trata de un engaño necesario para poder incluirlos a todos en la misma hoja.
Y aunque se añadiesen montones de páginas plegadas a los libros de texto o se utilizase un ultra gigantesco cartel, no podríamos aproximarnos siquiera a dibujar a escala real el sistema solar. Para que se haga una idea, en un dibujo a escala con la Tierra reducida al diámetro aproximado de una arveja, Júpiter estaría a 300 metros y Plutón a 2,5 kilómetros. A la misma escala, Próxima Centauri, que es la estrella que nos queda más cerca, estaría a 16.000 kilómetros (un poco más lejos que la distancia que separa Ecuador de Japón en línea recta). Y si nos redujésemos aún más hasta que Júpiter fuese tan pequeño como el punto final de esta frase, Plutón sería del tamaño de una molécula y la distancia entre los dos de 10 metros.
Efectivamente, las distancias son tan colosalmente absurdas que es imposible racionalizarlas o entenderlas. Y eso únicamente de nuestro sistema solar, imagínese ahora (o trate de hacerlo) con todo el universo observable, con las miles de millones de galaxias que circundan el espacio a millones de años luz unas de otras. Imposible, ¿verdad?
Curiosamente, este mismo sentimiento de asombro y perplejidad que nos deja la vastedad del universo es el que experimentamos muchas personas frente a la estupidez humana, porque esta, al igual que el infinito espacio exterior, alcanza niveles de grandeza tan descomunales que también resulta imposible entenderla.
¿Cómo explicar sino, que aquel que intervino directamente en el descalabro de la economía argentina como ministro de economía del actual Régimen, el socialista Sergio Massa, haya ganado las elecciones en primera vuelta en ese país? Y aquí en el Ecuador, ¿cómo entender si desde hace 16 años -y hasta el día de hoy- no paran de saltar los escándalos de corrupción uno más grave que otro (comprobados) de parte de los correístas, y continúan teniendo respaldo en las urnas? ¿Por qué en los dos casos la gente vota por quienes más daño les hicieron?
Dígame usted si con solo este par de ejemplos (y muchísimos más como matar en nombre de Dios, apoyar a grupos terroristas, etc.), ¿acaso la estupidez humana no alcanza los mismos niveles desmedidos de extravagante irracionalidad que ostenta con majestuosidad el espacio exterior? Explíqueme por favor, si al conocer estas perlas a usted también no le nace preguntarse con el mismo asombro y perplejidad: ¿qué tiene esa gente en la cabeza?
Bien lo decía Albert Einstein: “Solo hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana, y de la primera no estoy tan seguro.” (O)