Predios apícolas deben cumplir normativas
Para la obtención de la Certificación de Buenas Prácticas Apícolas, los predios deben cumplir varias normas reguladas por Agrocalidad.
“Se deben ubicar las colmenas en lugares cercanos a fuentes naturales de agua, lejos de cualquier vertedero de aguas residuales y libres de residuos tóxicos. En el caso de no contar con fuentes de agua, se debe establecer bebederos usando recipientes no contaminantes y con la capacidad para abastecer el requerimiento del colmenar”, indicó Espartaco Altuna, director distrital de Agrocalidad.
Se puede también aportar con alimentación artificial que complementa la dieta de las abejas, en épocas de escasez de néctar, puede ser una alimentación de estímulo, alimentación suplementaria, alimentación de sostén (de tipo energético o para estimular el desarrollo de las crías).
“Se recomienda proteger los colmenares de los vientos fríos y fuertes con barreras naturales o artificiales”, añadió el director.
Los accesos internos de los colmenares deben contar con señalética preventiva: letreros, leyendas o imágenes que indiquen precaución ante la presencia de colmenas a fin de evitar contratiempos
La vestimenta del personal que maneja las colmenas debe ser de colores claros (botas, guantes, overol y velo) limpios, en buen estado y de uso exclusivo para actividades apícolas.
Los equipos, herramientas e implementos utilizados para el manejo de colmenas deben ser sometidos a un programa de mantenimiento periódico para evitar su mal funcionamiento y consecuentemente, la posibilidad de poner en riesgo la inocuidad de los productos extraídos de la colmena.
“Las abejas y otros polinizadores como mariposas y colibríes están cada vez más amenazados por la pérdida de hábitat, cambio de patrones climáticos y prácticas agrícolas irresponsables, como el uso excesivo de agroquímicos letales para estos polinizadores”, afirmó.
Adicional del efecto en la vida de las abejas, existe el riesgo de contaminación de la miel y demás productos de la colmena por agroquímicos (proveniente de áreas circundantes a los colmenares, donde se practica la agricultura) por lo que debe establecerse una coordinación estrecha entre el agricultor y el apicultor para la aplicación de los mismos.
Otra de las normas para los agricultores es que utilicen productos de poco efecto residual o con características botánicas que repelan otros insectos y que no afecten letalmente a las abejas y a los consumidores tanto de miel, como de productos agrícolas.
Además, para la certificación el predio se debe garantizar (mediante análisis de laboratorio) que las colmenas se encuentren libres de varroa, que es un género de ácaros que afectan a las abejas disminuyendo su masa corporal, presentando decaimiento, las crías nacen débiles y al poco tiempo se mueren (o no nacen).
En caso de existir presencia de Varroa (mayor al 5%) el apicultor debe realizar un tratamiento a la colmena, puede ser orgánico o químico (medicina veterinaria) con el asesoramiento de un técnico especializado en el área, considerando que se trata de una enfermedad de declaración obligatoria.
Durante la auditoria, el apicultor debe presentar análisis para validar que la miel se encuentre libre de residuos de plaguicidas y medicamentos veterinarios, garantizando la inocuidad. (I)