La oprobiosa caída del Saliente
Se salvó de ser destituido en el 2022 por el estado de excepción en que se encontraba el país, con motivo del levantamiento indígena. El 2023 pudo quedarse unos meses en el poder por la maniobra emergente de la disolución de la Asamblea. Enredado en los incumplimientos de sus promesas electorales, su caída comenzó el 2021. Y, en diciembre de este año, el Saliente estará en el fondo del abismo, repudiado por la mayoría, después de haber provocado una de las mayores tragedias políticas y económicas desde el retorno a la democracia en 1979.
No se va como, en su momento, se fueron del poder, en vida, los presidentes Hurtado, Febres Cordero, Borja, Durán Ballén, Alarcón, Mahuad, Noboa, Gutiérrez, Palacio, Correa y Moreno, con algún legado que merezca ser, al menos, apreciado en lo político y lo económico. Se va dejándole al país en peores condiciones de las que lo recibió. La economía no crecerá este año más allá del 1,5%. En la caja fiscal no existe dinero para pagar sueldos completos de los servidores públicos. La producción petrolera sigue a la baja. No paran las investigaciones penales por corrupción en el sector petrolero. Las cárceles están fuera de control. Faltan medicinas en los hospitales públicos. Al Iess se le ha descapitalizado. La deuda pública interna y externa ha crecido. Se ha reducido la capacidad de provisión de energía eléctrica por la falta de previsión e inversiones durante el gobierno del “desencuentro”, en el que los operadores de la energía han estado disfrutando de la dolce vita.
Para despedirse con deshonra, el Saliente ha decidido que él sí tendrá, en el Ecuador o en el extranjero, los guardaespaldas y las protecciones que él mismo les negó a Correa y a Moreno. Con el falaz argumento de la austeridad les retiró la seguridad el 2021. Se ha olvidado que los gobernantes dignos y respetables son coherentes, de principio a fin.
No le importó castigar a los contribuyentes, entre ellos, algunos devotos ingenuos del mismo mandatario-banquero, con el impuesto al patrimonio, que muchos tuvieron que pagarlo recurriendo a préstamos en entidades financieras. Menos aún, le importaron los propietarios de casas, terrenos, departamentos, que, desde el 2024, deberán pagar, por primera vez en la historia tributaria del Ecuador, impuesto a la renta por la venta ocasional de inmuebles.
¡Que pronto se vaya el Saliente caído¡ (O)