La sobreestimulación infantil
En la actualidad estamos acostumbrados a escuchar y a leer sobre la importancia de la estimulación que debemos dar a los más pequeños; sin embargo, en muchas ocasiones caemos en la sobreestimulación, o lo que es lo mismo, en educar al cerebro a que siempre esté ocupado y no dejar espacio a la paciencia, a la soledad o al aburrimiento y esto tiene graves consecuencias sobre el desarrollo de los niños y niñas. Recordemos que el cerebro de un bebé está inmaduro, lo que reporta un gran beneficio sobre los ellos porque permite la plasticidad cerebral y, por ende, una mayor capacidad de aprendizaje. Cuando hablamos de estimulación nos estamos refiriendo al proceso de favorecer el desarrollo del niño mediante actividades o tareas que ayuden el crecimiento y fortalecimiento de las conexiones sinápticas entre las neuronas, no obstante, esto es un proceso gradual y cada niño sigue su propio ritmo.
Podemos definir la sobreestimulación como la recepción o exposición excesiva a estímulos que nos producen una fuerte reacción sensorial, pueden estos ser tecnológicos, luminosos, de movimiento, del gusto, entre otros. La sobreestimulación es una situación en la que el niño experimenta más sensaciones, ruidos y estímulos de los que puede manejar; es importante conocer que cuando un bebé está experimentando este tipo de sobrecarga, surgen emociones negativas, como ansiedad, miedo, enfado; esta sobreestimulación afecta a muchos ámbitos distintos de nuestro día a día, cuando realizamos una sobreestimulación podemos observar: una baja la sensibilidad, sube el umbral de sentir y necesitamos cada vez más estímulos; es decir, cuando nos acostumbramos a recibir tantos estímulos, cada vez necesitamos recibir más cantidad y más intensidad.
En la actualidad la tecnología como la televisión, videojuegos, redes sociales, entre otros, nos ofrece una gran cantidad de estímulos que hacen que nuestro cerebro esté expuesto a constantes señales de movimiento, luz, sonido y casi sin descanso para nuestros sentidos. El recibir una sobre carga de estímulos en el cerebro de un niño o niña, que está en pleno desarrollo, es especialmente preocupante, pues afecta en gran medida a la capacidad de concentración, si los niños se acostumbran a recibir estímulos intensos durante los primeros años de su vida provenientes de la tecnología y otros, será más probable que les cueste prestar atención en clase, concentrarse leyendo un libro o divertirse con actividades básicas. Por ello es importante; respetar el ritmo de cada niño, recordemos cada persona es un mundo diferente, el cerebro de cada niño madura a un ritmo propio por lo que lo más seguro es que fracasemos si intentamos hacer una actividad para la que nuestro cerebro aún no está preparado. Se debe aprovechar aquellos momentos en los que el niño está predispuesto a aprender, no podemos obligar a un niño a ser estimulado sin tener descanso, estimulemos con actividades básicas, como leer o dibujar de esta manera también estaríamos estimulando el espíritu creativo de los niños. (O)