Cuando diciembre se va…. / Garibaldi Buenaño M.

Columnistas, Opinión

Diciembre  es el mes de los niños…es el mes de los viejos… Es la Historia humana que se va desprendiendo día a día del calendario.  Historia, que sin dejar de ser el drama de la libertad humana,  es el himno de la  Providencia. Mes de diciembre que suscita reclamos, comentario, recuerdos, tristezas y alegrías. ¡Cómo pasa el tiempo¡ decimos, y hasta nos acordamos de la fecha de nacimiento en que abandonamos el claustro  materno  y comenzamos a vivir en  un mundo ancho y ajeno; tierra en la que nacemos y vivimos a cada instante, y a la que nos falta por descubrir, y descubriendo, conocer y amar.

Diciembre mes de los niños, de los que hacen que la vida sea un  cancionero alegre, el cielo ya comenzado; cuando con expectante alegría miran  los balcones y ventanas adornados de luces    y guirnaldas  anunciando   un aniversario mas del nacimiento del Dios Niño, la eternidad recostada el tiempo.… Son ellos los que con expectante alegría se alinean frente al Pesebre, al árbol de navidad y a un  Papá Noel de utilería. Nos alegramos por los  niños; pero al mismo tiempo pensamos que se nos acumula un año más de juventud  encima…; sin embargo  continuamos, “con nuestros ojos cansados/ de tanto ver luz sin ver/; por la oscuridad del mundo,/vamos como un ciego que ve/”….

Diciembre, mes en   el que creemos que dentro del monigote armado con  aserrín, ropa vieja y papeles, quemamos una vez por todas lo negativo, toda las trafasías,  engaños y falacias de estos últimos años..Pero… ¡Lástima! lo que creíamos que era el epílogo es  el prólogo; cada semana hay algo nuevo que quemar….  ¡ Qué  pena! que sean los niños de hoy los  que tengan que deshacer y limpiar los escombros que dejan  los aprendices de  revolucionarios…. .

Diciembre pasa por la niñez, por la adolescencia, por la juventud y la edad madura para  descolgar en la vejez que muestra las huellas de los años., la fatiga del trabajo, el polvo del camino,  las cicatrices del alma y  del cuerpo…. Unos son quiéranlo o no, viajeros cansados que han soportado el peso  de los años  y se acercan, envueltos en neblina del tiempo,  al término de la jornada; lapso en el que necesitan  cariño, comprensión; sentar a la vera del camino y descasar.  En muchos reina el silencio augusto de la soledad; la hora propicia para las grande añoranzas, los adioses, poco a poco, al tiempo y a la vida; quizá las pláticas serenas y profundas en el Olimpo….; andadura que lleva a todos al encuentro sereno, alegre y definitivo con el Señor de la Historia.

 Mientras reina la algarabía en quemar   ”viejos”, “quemamos” también un diciembre que   deja de ser nuestro… Nos recuerda que somos peregrinos  y  vamos acercando a los  linderos sin tiempo, porque  nuestra tienda segura, cómoda y definitiva está en la estación de la otra orilla. Este diciembre como tantos otros van dictando  sentencia cada hora que pasa e inclinándonos, especialmente a los adultos, hacia la tierra como para recordarnos  en lo que nos convertiremos cuando volvamos al barro, “navegando al garete y en mar abierto.”— Para recordarnos a todos: niños, adolescentes, jóvenes y adultos  que la vida no se detiene hasta llegar a la  orilla opuesta….   Cuando  diciembre  se  va….(O)

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