Efecto traumático acumulativo
Recordemos que la columna del cuello es uno de los sistemas articulares más complicados del cuerpo, además la complejidad de sus 31músculos en la parte anterior y 26 en la parte posterior, tiene una enmarañada distribución de vasos sanguíneos, linfáticos, complejas ramificaciones nerviosas que van a todo el brazo hasta la mano, ligamentos, tendones, y más estructuras que le convierte en una zona muy vulnerable si no tenemos conciencia de su cuidado. Como hemos dicho en anteriores ocasiones pero insistiremos en ello, es que es única por su flexibilidad y movilidad, la flexión de la cabeza debe llegar al tórax, la rotación lateral es de 60°, y la inclinación lateral de 45°. Los movimientos del cuello superan los 600 cada hora y participa prácticamente en todas las actividades de la vida diaria tan frecuentes y corrientes como gesticular, reír, sentarse, levantarse, girarse, etc. La postura del cuello es fundamental para una correcta posición de la cabeza, por ello el dolor de esta zona es muy frecuente y se estima que hasta un 70% de la población lo ha padecido alguna vez. Además, la mayoría de los dolores de cuello, hombros y parte alta de espalda no siempre son el resultado de un suceso traumático sino de la acumulación de estrés físico. Trabajar en posiciones neutrales, con menor esfuerzo, levantando pesos correctamente, tomando cortos descansos y haciendo ejercicios con regularidad podemos evitar el gradual deterioro de la estructura funcional y orgánica de ésta. Por tratarse de un dolor “útil”, tipo “alarma”, es decir que nos está informando que se está deteriorando cada vez más, no será suficiente ni lógico solamente suprimir los dolores con fármacos. Se trata de una serie de hechos fisiopatológicos complejos y combinados que edifican un confuso problema haciendo difícil enfrentarse con la claridad y el pragmatismo necesarios. Basta ahondar sobre el tema para perderse en un intrincado laberinto de conocimientos que impide un claro enfoque conceptual. La multiplicidad de factores causales, predisponentes, desencadenantes, compresivos, comprobados sucesivamente por un sinnúmero de autores, no permiten una eficaz sistematización del problema, creo, no obstante, que es necesario muchas veces sacrificar un tanto la profundidad para ganar en practicidad frente al enfermo que se desespera por la multiplicidad de molestias como: dolores de cuello, en ráfaga, intermitentes o permanentes, entumecimiento y sensaciones de compresión, de ardor, de calor del hombro, brazo, codo, hasta la mano; dolores tipo quemazón a nivel de la espalda alta, amortiguamientos, pérdida de fuerza y limitación de movimientos del brazo afectado, adormecimiento en los dedos de la mano, dolor en la nuca, mareo o náuseas.
Si no recibimos un tratamiento preventivo oportuno tal vez el síntoma inicial de dolor (tipo alarma, útil), ceda espontáneamente, pero ello no significará que el problema ha pasado, la prolongada contractura muscular alterará todas las estructuras biomecánicas de la zona, desencadenando enfermedades que provocan desgaste de las articulaciones, pinzamientos, acuñamientos y hernias discales provocando compresión de las raíces nerviosas como la artrosis, enfermedades que determinan rigidez y dolor del cuello. En este nuevo año estemos claros que la salud no está de venta, no podemos comprar salud, solo la debemos cuidar nosotros mismos. (O)