Elementos irrenunciables
En la Europa de 1789, la «Declaración de Derechos Humanos y del Ciudadano» estableció en su artículo primero, que «los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos». Se estableció así un ideal político cuya realización práctica continúa aun teniendo enormes dificultades.
A nivel mundial la realidad nos muestra un panorama desolador en el que predominan la desigualdad y la ausencia de libertades. Hablar de igualdad y libertad en muchos países es una quimera, pues lo que en ellos predomina son precisamente sus contrarios, dándose incluso situaciones de esclavitud.
Para los politólogos las palabras libertad e igualdad expresan lo esencial de la ideología liberal. Constituyen elementos irrenunciables del patrimonio del individuo y, como tales, han ido incorporándose a los ordenamientos constitucionales de las sociedades democráticas avanzadas. Las Constituciones reconocen estos principios al afirmar, generalmente en su artículo 1, que cada país «propugna otros valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia y el pluralismo político». Y para que esto no quede en una mera declaración de intenciones, el artículo siguiente contiene un mandato claro para que tomen cuerpo en la realidad nacional de cada país: «Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos sean reales y efectivas.
Pero los poderes públicos no son ideológicamente asépticos, sino que beben en una ideología, normalmente la del partido político proveedor de los puestos clave en los poderes del Estado. Y no todos los partidos tienen una misma concepción a la hora de impulsar la realización de los valores antedichos mediante las políticas más idóneas. Mientras los de tendencia liberal defienden un menor intervencionismo del Estado, los socialistas – y afines- son, en cambio, por su propia naturaleza, intervencionistas.
Lejos de discursos demagógicos y de programas «vendidos» con el único fin de obtener votos, o de propuestas realizadas con el objeto de erosionar al partido gobernante, a los ciudadanos nos gustaría conocer en profundidad qué políticas, que recetas eficaces, tienen unos y otros para que los valores esenciales de la libertad y la igualdad sean reales y no meramente nominales. Digo esto porque de un tiempo a esta parte se está produciendo entre los partidos políticos una cierta confusión de ideas, un totum revolutum ideológico que crea perplejidad en los pueblos. (O)