Dolarización
En el año 2000, el Ecuador estableció el dólar como moneda de uso regular. Poco más de dos décadas han pasado del inicio de un sistema que, genera estabilidad económica a pesar de factores externos e internos y por enésima vez se comenta que la dolarización podría colapsar.
Cuenta la historia que los ecuatorianos somos altamente propensos a experimentar golpes económicos. La Guerra del Cenepa (1995), el Fenómeno de El Niño (1998), la caída del precio del petróleo, la sucesión irregular de gobiernos y otros factores orillaron al país hacia la pérdida de la autonomía monetaria y el fin del Sucre.
Los actores y las circunstancias son distintas al año 2000, no obstante, el país enfrenta hoy una crisis económica descomunal. Si bien, el fenómeno climático pronosticado para finales del 2023 e inicios del año en curso todavía no es letal, enfrentamos un nuevo conflicto armado, no con un antagonista externo, sino con un enemigo enquistado en las entrañas de la misma sociedad ecuatoriana, que amenaza la seguridad, el trabajo, la convivencia pacífica y la económica de todos los ciudadanos. Veinte años atrás, la alternativa dolorosa, para enfrentar la crisis fue dolarizar la economía. Ahora, la opción ni de lejos es poner reversa y retornar a la impresión de una moneda propia.
El presidente Mahuad, dolarizó el Ecuador, con una inflación cercana al 96 % y una depreciación del Sucre frente al dólar inédita. La decisión no fue fácil, el 69 % de los ecuatorianos se oponían a esta medida, sin embrago, después de dos décadas de baja inflación y estabilidad en la capacidad de compra, el día de hoy, más del el 88% de ciudadanos, según la encuestadora Cedatos, cree que desdolarizar no es una opción.
Realmente, una moneda consolidada, que está lejos de la manipulación de la clase política, porque no puede ser depreciada ni impresa de forma anárquica, es lo único que protege a los ecuatorianos de a pie de los abusos de cada gobierno de turno. En la práctica, tal vez la dolarización haya salvado al Ecuador de llegar a condiciones semejantes a países cuyo presente es más sombrío que el nuestro. Mientras los ciudadanos tengan una moneda fuerte, podrán mantener el valor de sus ahorros y la capacidad adquisitiva, pese a los pésimos manejos económicos de los políticos oportunistas. (O)