Mujeres en el comercio por décadas
En el Mercado Central desarrollan las ventas de varios productos las mujeres que por décadas se mantienen en su actividad y que representan el ejemplo de constancia y trabajo, porque han sabido sortear los desafíos de la vida con valentía.
Olga Mariana Solís Rivera (78), está en el mercado 70 años, porque ella llegó a laborar desde los ocho años de edad. Su madre vendía carne de cerdo y ella aprendió el oficio. Su puesto está con el número 127 en la planta baja.
Lunes, viernes y sábado llega a vender en el mercado, “porque yo ya no puedo venir el resto de días”, señaló. Explicó que del cerdo comercializa su carne suave y fresca, así como costilla, pierna, cabeza, y lonja para el chicharrón. Su pequeño negocio abre desde las 06:30 horas.
Recuerda que con este trabajo ella logró que estudiaran sus hijos. Considera que los tiempos van cambiando y actualmente debe reunir para el pago del puesto, los impuestos, y, a esto se suma el costo en alimentación y más.
Sin embargo, sigue viniendo al mercado, como terapia, ya que comparte ideas con sus compañeras vendedoras que están junto a ella y eso le entretiene, ya que en cuanto se refiere a ventas no es igual como cuando ella lograba estar en su puesto todos los días, sin embargo, seguirá viniendo y superando los múltiples dolores en su cuerpo.
En su juventud junto a su esposo debían adquirir los cerdos y cargar su carne al peso, llegando a transportar 500 libras ‘a pulso’ utilizando machete y hacha para colocarlo en las perchas. Pese a todo, tiene dibujado en su rostro la sonrisa de la esperanza y la fe. Recomendó a los jóvenes que trabajen de manera esforzada y honestamente. Espera seguir dos años más en este mercado y luego retirarse a descansar en su domicilio situado por las inmediaciones del Mercado Mayorista.
Por su parte Graciela de Martínez Córdova(80), tiene cerca de 60 años laborando en este mercado. Recuerda que de muy joven solía ponerse a vender variedad de mercadería en canastos en la calle, en los alrededores del mercado, con aguacates y chirimoyas.
En esa época vendía muchos aguacates, porque había demanda, pero debió retirarse de esa línea de negocios, debido a que empezó a torcerse los dedos de las manos debido a los esfuerzos por transportar el aguacate. Este producto solía entregar a las comerciantes que se dedicaban a vender tortillas, y era rentable.
Hace ocho años está en la línea de las hortalizas, tubérculos, frutos, ajo, y más, en la planta baja del mercado en los puestos 44 y 45. Abre el negocio todos los días y espera seguir laborando como terapia, ya que pasa entretenida y no se estresa. Invitó a las personas a visitar el mercado y adquirir variedad de productos frescos a precios accesibles. (I)