Chocho, el alimento ancestral
En las hermosas tierras de Totoras, una parroquia ambateña, aún se conserva un tesoro gastronómico ancestral: el chocho. Este producto, encuentra su santuario en este rincón de Ecuador.
El chocho, considerado como uno de los alimentos ancestrales del país y la región andina, a menudo es apodado como la ‘soya de los Andes’. Es en Totoras, donde este manjar es procesado tras su llegada desde las fértiles tierras de Cotopaxi.
El Instituto Nacional Autónomo de Investigaciones Agropecuarias (INIAP) estudió esta leguminosa, resaltando su perfil como un cultivo de bajo requerimiento nutricional, capaz de prosperar incluso en suelos marginales. Sin embargo, su valor nutricional trasciende su modesto cultivo, ya que el chocho es una fuente invaluable de nutrientes esenciales.
El proceso de preparación del chocho se inicia con su llegada en granos secos desde ciudades vecinas como Latacunga y Riobamba. Aquí comienza una danza culinaria que dura días. Tras una noche de remojo, al alba, los granos se sumergen en calderos gigantes sobre fogones de leña.
La cocción, un ritual que demanda paciencia y destreza, se prolonga durante tres horas. Una vez completada, el chocho reposa en sacos de lona, donde se le purifica con agua limpia durante tres días, eliminando ese toque amargo que lo caracteriza.
Finalmente, es distribuido y comercializado donde su presencia en la dieta no es solo un placer gastronómico, sino también un acto de nutrición consciente. El chocho, reconocido como un baluarte del calcio, no solo fortalece el sistema óseo, sino que también impulsa la actividad muscular cardíaca y energiza el cuerpo.
Entre sus micronutrientes, destaca el hierro, con un impresionante contenido de 78,45 partes por millón (ppm), un mineral esencial para la producción de hemoglobina, el transporte de oxígeno y la resistencia a enfermedades. (I)