“El tigre” que cuidaba al becerro

Columnistas, Opinión

El departamento de Justicia de Florida de EEUU, la semana pasada, en condición de acusador presentó  ante los miembros de un jurado y a la jueza Kathleen Williams a catorce testigos, uno de era la pieza clave, José Conceicao Dos Santos, operador de la empresa Odebrecht para coimar a altos funcionarios del gobierno en ese entonces llamado  Revolución Ciudadana, al personaje que nos vamos a referir y que su nombre esta regado en todos los noticieros y periódicos del país, es al ex contralor del Ecuador Carlos Polit.

De lo que se conoce Polit empezó como vistaforador en las aduanas, antes de recalar como gobernador del Guayas en otro gobierno corrupto del famoso coronel Lucio Gutiérrez, de quien al final de su breve régimen llegó  a ser su secretario particular. Ya hasta ahí sus adláteres lo conocían como un hábil escalador de puestos  y sin pica, es decir, los drones  le quedaban cortos; no pasó mucho tiempo y fue elegido como Contralor con los votos  del mismo grupo que habían derrocado al gobierno al que perteneció, a pesar de que Polit no tenía bandera política, sin embargo estaba preparado como todo un comando para chapotear en aguas turbulentas dulces y saladas del correismo, tenía tanta habilidad que llegó a ser reelegido Contralor cuatro años después con un puntaje ¡Presuntamente amarrado¡ de diez sobre diez, una vez en el poder llegó  a inaugurar el nuevo edificio de la Contraloría en Guayaquil convocando a líderes más poderosos del país, y en la bendición del edificio los hizo persignar y rezar juntos. En una foto de un periódico nacional se vio claramente cómo se  dieron la mano con una sonrisa angelical, esas eran las habilidades de este personaje que ahora, se sabe por la justicia norteamericana  como giraba la ruleta en torno a la entrega de dinero para pagar favores, intermediaciones a fin de conseguir contratos como los de seguros “uno de tantos el de Coca Codo Sinclair” y licuar informes de auditorías con el fin de desaparecer irregularidades de fondo, un verdadero modus operandi de la corrupción, y paradójicamente en la Contraloria la entidad encargada de vigilar el uso correcto de los fondos públicos.

Polit cuando  huyó del país, años después asistimos asombrados al relato de como el representante de Odebrech Conceicao Dos Santos le había entregado a Polit maletas de dinero en una habitación de un hotel. Y realizadas las investigaciones Polit fue condenado por la Corte Nacional de Justicia a seis años de prisión, en ausencia por los mismos hechos que se condenó al ex vicepresidente Jorge Glas, pero a diferencia de Glas, todos creíamos de que este bandido estaba ya a salvo en Estados Unidos. Pero no señor, la  justicia norteamericana no es como la de aquí, a Polit  los americanos le pusieron el ojo de que como un empleado público en Ecuador, llegó  a comprar varios bienes y raíces con un sueldo de USD 4.000 dólares, como un edificio por un valor de seis millones de dólares que arrendó  como oficinas en Coral Way, una de las zonas más lujosas de Miami, una mansión con pisos de mármol en Cocoplum entre otros bienes raíces, ahí es donde empieza a desmoronarse el imperio de la corrupción de Polit.

Hoy el tigre que cuidaba al becerro ha sido declarado culpable de lavado de dinero en seis cargos por el Jurado Federal de Florida, por los que pudiera ser condenado hasta con cien años de prisión. Sin embargo en nuestro país ni la Fiscalía, ni ninguna otra autoridad y mucho menos los asambleístas que dicen estar combatiendo la corrupción, no han dicho nada al respecto “porqué será”  ¿Dónde estará todo ese dinero? Y el ¿Cómo recuperarlo? Esa seria la pregunta del millón. (O)

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