Día de la Madre

Columnistas, Opinión

En el descanso por el feriado del 1 de mayo, con el hastío que compartimos los ecuatorianos por la falta de decisiones acertadas en beneficio de la mayoría de ciudadanos, dejo un lado los temas que son objeto de mi comentario semanal, para referirme a algo más complaciente, que tendrá lugar en pocos días.

El Día de la Madre tiene un origen bastante antiguo. Todo se remonta a la Grecia clásica, donde se celebraba a Rea, madre de los dioses y a la festividad romana de Hilaria, en honor a Cibeles, la diosa madre. Egipto, rendía homenaje a la diosa madre Isis. La India, tenía la festividad de Durga Puja, donde se honraba a la diosa madre Durga. En América Latina, los aztecas dedicaban una solemnidad a Tonantzin, la diosa madre. 

De estas conmemoraciones, algunas influyeron en la Europa de la época cristiana, que se celebraba la maternidad durante la Cuaresma. En la era moderna, el Día de la Madre británico fue instaurado en el siglo XVII y en Estados Unidos, la activista Ann Jarvis, logró que se oficialice la fiesta en 1914. Apenas en el siglo XX se establecieron las fechas actuales. El día de la celebración no es idéntico alrededor del mundo. En EEUU y Ecuador, es el segundo domingo de mayo; en Noruega, el segundo domingo de febrero; en Irlanda el cuarto domingo de cuaresma; en el norte de Colombia, el último domingo de mayo; etc.

Cada cultura y familia celebra de forma diversa. Una práctica común es la elaboración de comidas especiales, muchas personas aprovechan para visitar el cementerio y llevar flores a las tumbas. Otros entregan obsequios materiales o emocionales: tarjetas, flores, chocolates, perfumes, joyas, viajes,… Todo depende la holgura económica de los oferentes. También hay quienes ofrecen serenatas o fiestas. Pero, todo, será poco.

Los gestos de amor resultan pequeños frente a la grandeza de la entrega amorosa que se desprende del corazón maternal. Nada es suficiente para decir gracias. Este amor incondicional trasciende cualquier otra forma de amor. Es bueno tener un día para valorar el sacrificio y la dedicación que nuestras madres nos brindan a lo largo su vida. Incluso cuando ya no están físicamente, su recuerdo nos ayudará a vivir todos los días del año. En medio de la oscuridad y la violencia que atravesamos, cuando llegue el día hay que decir, feliz día mamá. (O)

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