¡Gracias mamá!

Columnistas, Opinión

Confucio decía: “Educa a tus hijos con un poco de hambre y un poco de frío”. Cuánto daño les hacemos al ponerles todo en bandeja de plata. Queremos, como padres, que “no sufran lo que nosotros hemos sufrido” esfuerzos, carencias económicas, pero más que forjarles el futuro lo que más hacemos es intentar curar nuestro pasado. El amor que les tenemos nos lleva muchas veces a cegarnos y a olvidar lo que les hará felices a la larga y les dará el norte del verdadero sentido de la vida.

Como parte de “un comentario de la vida” el conferencista Jorge Lozano H. dijo una vez: “Gracias, gracias, mamá por lo que no me diste. En mi vida faltaron muchas cosas y fue gracias a ti mamá. Gracias porque no me compraste todos los juguetes que te pedía por más que te lloraba e insistía. Me quitaste la vergüenza desde pequeño porque cuando me dejaste en la puerta del kínder el primer día lloraste más tú que yo, me quitaste las burlas que otros niños me hacían y me las reemplazaste por cumplidos. Me quitaste los amigos que yo escogí que nada bueno me traían y me aconsejaste alejarme de ellos. Me quitaste mis arranques de juventud aun y cuando a veces contestará con mala actitud. Me quitaste la libertad de llegar a la hora que yo quería y te quedabas despierta para escuchar la puerta. Me quitaste mis mañanas de flojera para levantarme y hacerme productivo. Un día te perdí una lonchera y me quitaste mis juegos de vídeo me hiciste entender el valor de las cosas y la importancia de cuidarlas. Me quitaste mis sueños pequeños y me enseñaste que puedo soñar más que eso. Me quitaste mis miedos y me dejaste sin excusas. Mamá en mi vida me faltaron muchas cosas y no sabes cuánto te agradezco. Me faltaron días tristes porque hasta en las malas estuviste conmigo. Me faltaron días de hambre porque dejaba de comer para alimentarme. Me faltó la oportunidad de verte derrotada porque aun cuando llorabas en las noches en tu cuarto conmigo siempre fuiste fuerte. Me faltó verte la espalda porque aun cuando mis sueños eran grandes y arriesgados nunca dejaste de apoyarme, pero sobre todo madre, sobre todo me faltó tiempo, tiempo para agradecerte, tiempo para quererte, tiempo para entender tus sacrificios y aprender de ellos. La suerte no es suficiente para entender cómo me fue a tocar una madre como tú. Gracias por todo lo que me diste mamá, pero sobre todo por lo que no me diste.”

Desde la escritura cuneiforme labrada en piedra de la Mesopotamia (año 2000 AC) ya se perennizaba frases como “La juventud es decadente e indisciplinada, los hijos no respetan ni escuchan los consejos de sus mayores” o “El fin de los tiempos está cerca.” ¿Será que se refiere a esa juventud compleja de no saber ni lo que quieren, pero sin embargo quererlo a toda costa, hijos “tiranos”, pequeños monstruos insoportables y prepotentes que sufrirán y harán sufrir a sus semejantes porque desde pequeños se han salido con la suya?

¡Felicidades y que vivan esas mamitas que con disciplina y límites no inutilizan con extrema sobreprotección a sus hijos convirtiéndolos en futuros hombres y mujeres de bien! (O)

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