“Día mundial de las abejas, ¿será importante conmemorarlo?”

Columnistas, Opinión

Crecimos mirando una abeja con toda la intención de matarla antes de que nos “pique”, sin tener ni idea de lo estúpido que ese acto podría ser en relación con la importancia del trabajo silencioso pero vital que estos seres vivos hacen para la subsistencia de nuestro planeta tierra.

Las abejas, su  miel, el polen y todos los productos que de ellas se derivan, pueden ayudarnos a  mejorar el sistema circulatorio y cardiovascular, a subir las defensas al estimular el sistema inmunitario, nos ayudan mucho a compensar la hipotensión de forma progresiva y natural, pueden combatir incluso a largo plazo la rinitis alérgica y como si fuera poco, al polinizar las flores, plantas y cultivos ayudan a la subsistencia de este bello planeta que todas y todos compartimos.

Naciones Unidas, en el 2017, proclamó al 20 de mayo como el Día Mundial de las Abejas, con el propósito de generar conciencia entre toda la humanidad sobre la vital importancia del rol de las abejas en la preservación ecológica de nuestro Planeta Tierra, Pacha mama, madre gaia.

En un estudio de Andrés Plager, urbanista (o sea que junto a otros profesionales diseña planes y políticas para las ciudades) y de Nicolás Fioretti, técnico en Gestión y Producción Apícola, se analiza la posibilidad de crear panales de abejas en nuestas propias terrazas en las ciudades; esta posibilidad nace, según Plager, por la importancia que tiene empezar a incorporar a las abejas en la vida urbana y explica que ya hay estudios científicos que demuestran que las abejas trabajan mejor en las ciudades que en sus áreas periurbanas. El motivo es que muchas veces en los periurbanos hay fumigación, mientras que en las ciudades esto no ocurre y, además, hay mayor diversidad de flores no contaminadas. Por su lado, Fioretti, que heredó la pasión por las abejas de su familia, asegura que las abejas y los humanos nos relacionamos desde hace miles de años, como así también con muchos otros animales y plantas: “La apicultura urbana implica reconectar con la naturaleza, entendernos a abejas y humanos y demás seres como parte de un todo, de un solo ambiente, que necesita de cada partecita de ese sistema para que todo funcione y para que todos los ciclos naturales se cumplan. ¿Qué más sano que eso?”.

Estos dos profesionales en distintas ramas nos demuestran que para entender que la conservación debe ser parte de nuestras vidas, debemos empezar en nuestas propias casas con acciones pequeñas pero permanentes, procurando ser siempre parte de la solución y dejando la queja del problema; consumiendo más miel, polen, shampoos naturales, granola, y productos orgánicos conscientes con la responsabilidad humana que tenemos en cuanto a la preservación del ambiente, aprenderemos paso a paso a preguntarnos qué consumimos, porqué y el impacto que ese consumo responsable o irresponsable genera al final en nuestra propia vida y realidad, en nuestra economía circular y en nuestra construcción del desarrollo sostenible que deseamos como comunidades inteligentes. (O)

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