¡Qué lejos estamos!
Seguramente ha escuchado que los agujeros negros son de las cosas más intrigantes y misteriosas que existen en el Universo, con una energía gravitacional tan brutalmente poderosa que ni siquiera la luz puede escapar de ellos. Y sí, definitivamente lo son, aunque dada la vastedad del Universo, yo preferiría mantener reserva en cuanto a otorgarles el primer lugar en la categoría de espectacularidad porque apenas conocemos nada del Universo y seguro allá afuera hay cosas tan pero tan increíbles que ahora mismo no estamos en capacidad de imaginar ni de entender.
Hay varios agujeros negros a nuestro alrededor y el que está más cerca de nuestro Sistema Solar se llama A0620-00. En perspectiva, si el diámetro de la Vía Láctea es de 150 000 años luz y A0620-00 está a solo 3 500 años luz de distancia de la Tierra, significa que está en nuestro propio barrio, “aquí, a la vuelta de la esquina”.
Pero, ¿cuánto es eso? La sonda Voyager I lanzada en 1977 y que aún mantiene contacto con la Tierra viaja a una velocidad de 61 000 kph, lo que significa que a semejante velocidad, llegaría a ese agujero negro en 62 millones de años. Así de monstruosas son las distancias, así de lejos estamos del agujero negro “más cercano”.
Como así de monstruosas son también las distancias que asambleístas y políticos corruptos tienen con la decencia, y es que teniéndola al alcance de sus manos, pudiendo obrar fácilmente con honestidad y transparencia, luce tan lejano, que parece imposible que lo consigan en millones de años luz.
La semana pasada, por señalar solo el escándalo más reciente, la Asamblea Nacional aprobó con 92 votos una reforma que otorga licencia a los vocales del Consejo de la Judicatura que tengan prisión preventiva. Sí, tal como lo oye, legislando con prerrogativas a favor de delincuentes, como siempre.
Es que ya ni siquiera hay términos que encajen con el descaro desmedido: ¿inaudito? No porque ya no llama la atención. ¿Desconcertante? No porque se ha hecho costumbre. ¿Increíble? Tampoco porque los hechos más atroces, si vienen de mafiosos, son creíbles. ¿Vergonzoso? Para los decentes sí por vergüenza ajena, ellos jamás tuvieron ni una pizca. ¿Impúdico? Mucho menos, a los narco-políticos no les interesa el decoro.
Igual que con los agujeros negros, con este hecho en particular también tendré cuidado al catalogarlo como lo más ruin del performance político-criminal, porque con un nuevo escándalo de corrupción por semana (en los que siempre están involucrados los correístas, para variar) uno no sabe cuál terminará siendo el más emblemático de todos. Es claro entonces, que seguirán saliendo más casos de corrupción (también imposibles de imaginar y de entender) que opaquen a los ya conocidos y consecuentemente alejen aún más la distancia entre los políticos y la honestidad. (O)