Alimentos contaminados: negligencia de universidades locales y gremios profesionales

Columnistas, Opinión

En Ecuador existen varias denuncias por alimentos contaminados con metales pesados, realizadas por la Agencia Estadounidense de Medicamentos y Alimentos (FDA), la Agencia Nacional de Regulación, Control y Vigilancia Sanitaria (ARCSA), algunas universidades de Quito y del Austro. Sin embargo, la meca del conocimiento, el alma mater, el polo científico tecnológico de la Sierra Centro, ha brillado por su ausencia y por el inexistente criterio técnico ante estas graves alertas.

A nivel local universidades y facultades con historia desde los años 60 y los gremios profesionales inherentes, que en su momento posiblemente compartían la visión y objetivos de los Planes de Desarrollo y Ordenamiento Territorial de las provincias que actualmente forman la zonal 3 y de las macro agendas nacionales de progreso económico y productivo de los gobiernos de turno. Con gran tristeza, estas instituciones en el año 2024 no tienen protagonismo ni la capacidad de crear iniciativas para solucionar las problemáticas de Tungurahua y del Ecuador.

La academia ha perdido su esencia y misión porque muchos años atrás dejó de ser un centro de debates de intelectuales comprometidos por el porvenir de la patria. Ahora, a la educación superior la han convertido en un negocio, en una simple fábrica de títulos de cartón. No existe un liderazgo interesado en coadyuvar por el ODS 2 “Hambre cero” y por la Ley Orgánica del Régimen de la Soberanía Alimentaria.

Mientras los ciudadanos ecuatorianos consumen alimentos que contienen plomo, cadmio, aluminio y cromo, la universidad y los colegios profesionales locales de forma negligente guardan silencio, con pleno conocimiento de que se está cometiendo un delito contra la población, ¿o tal vez no saben lo que sucede afuera de las cuatro paredes del laboratorio? Al parecer, concentran sus esfuerzos en candidaturas de rectores y disputas por decanatos, desconectándose de lo que ocurre en el mundo real. De esta forma han perdido la reputación y prestigio que gozaban en el siglo pasado, sepultando la credibilidad y confianza que tenían con el pueblo y con el sector productivo. (O)

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