Lecciones de la historia

Columnistas, Opinión

Quentin Reynolds, periodista de prestigio internacional, fue designado corresponsal de guerra durante la Segunda Guerra Mundial. Reynolds consiguió que el alto mando aliado le permita ser testigo presencial de acciones bélicas en Europa, inclusive fue herido en combate. Ayudó a instalar hospitales de emergencia, curó heridos. Por la BBC de Londres arengó a los soldados ingleses, dirigió ataques verbales contra Hitler. Arriesgo su vida. Winston Churchill, primer ministro del Reino Unido, elogió, en carta personal, su participación y valentía. Sus artículos ocupaban lugar expectante en EUA.

Terminada la Guerra, Westbrook Pegler, editorialista del New York Journal American, atacó a Reynolds en su columna, reproducida en varios periódicos de EUA. Pegler dijo que Reynolds era un cobarde; que sus acciones valientes de guerra eran pura farsa; que sus artículos fueron escritos desde un escritorio en sitio seguro; que inclusive huyó del campo de batalla; que había sacado provecho económico de la guerra; que era amigo de los comunistas rusos; que nunca estuvo en combate por su conocida cobardía; etcétera, etcétera.

También denigró a Reynolds en el campo personal. Pegler le dijo que como era poco hombre le gustaba el nudismo; que exhibía sus partes íntimas sin respetar la presencia de mujeres y niños; que lo único que tenía era tripas infladas en la panza, y otros insultos no publicables en esta columna.

Reynolds enjuició por difamación a Westbrook Pegler y a las dos poderosas corporaciones Hearst que publicabanel New York Journal American. Juicio de una hormiga contra el monte Everest. El largo proceso constituyó un desfile de testigos multimillonarios, generales, ministros, académicos; gente muy poderosa. Pese a tanta omnipotencia, el jurado -integrado por doce ciudadanos comunes- emitió veredicto condenatorio a los acusados y compensaciones monetarias a favor de Reynolds por daños punitivos: 25.000 dólares contra Hearst Consolidated Publications; 50.000 dólares contra Herst Corporation; y 100.000 dólares contra Westbrook Pegler, el columnista. Total 175.000 dólares. El juez acogió el veredicto del jurado y sentenció.

Las apelaciones llegaron hasta la Corte Suprema de Justicia que ratificó la sentencia original. Los intereses por el tiempo transcurrido en apelaciones y gastos judiciales hicieron subir el monto total a doscientos mil dólares, que los sentenciados pagaron a Reynolds mediante cheque certificado… La justicia funciona donde hay jueces honestos. Donde todas las normas no están divorciadas de conceptos morales. (O)

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