Gestión cultural buenas prácticas

Columnistas, Opinión

El gestor cultural no es un sujeto empírico e improvisado, la gestión cultural esta luchando en nuestro medio por profesionalizarse cada día mas, ofertas académicas existen, aunque pocas aún con currículos y bibliografía exterior, hay un sector privado que por los golpes de la política y estatismo traumático de la década anterior marchan a espaldas de las nuevas categorías en sus modelos de administrativa y comunicación.

El gestor cultural organizado debe tomar en cuenta el producto artístico o actividad planificada financieramente con evaluación de la satisfacción del público.

Es importante tener una buena comunicación y expresión que logre compromiso cuantitativo de sus proyectos, de ninguna manera el gestor cultura acudirá a generar una actividad a espaldas de personas directamente afectadas, la socialización y la destreza del trabajo con diversas identidades será una característica.

La elaboración de material de difusión debe ser cuidadosamente pensada y elaborada, tomando en cuenta la necesidad medio ambiental debe superarse materiales tradicionalmente usados que vayan en contra del medio ambiente, contaminación auditiva o el ruido visual, como poner su publicidad sobre otra publicidad, ventana o mural, lejos de lograr un ambiente de compromiso con el show generará un rechazo colectivo.

En la gestión cultural pública debe profundizar la planificación, uno de los males de la administración de fondos públicos en cultura es la dispersión, varias instituciones con autonomía que no dan informes cuantitativos a la sociedad, los niveles de gobierno públicos no coordinan y se convierten en islas distantes, la ausente planificación centralizada deja en el medio de una enredadera a gestores y artistas.

Autoridades de gobiernos autónomos no deben improvisar en el manejo administrativo de sus unidades de cultura a quienes no vengan del sector, la diversidad de identidades y disciplinas artísticas implica conocer el sector evitando el error de poner en dichos cargos a personas serviles y no gestores culturales. 

El gestor cultural nunca genera falsas expectativas a líderes empresariales respecto del impacto comercial de su actividad, pues eso le pone lejos de la gestión cultural y muy cerca de la mentira, el propio sector debe depurarse. Diferenciar entre los empíricos y profesionales, rescatar lo mejor de cada uno de ellos, apropiarse de un correcto uso de equipos, espacios públicos y conocimiento vinculados a organizaciones no gubernamentales que poseen gran experticia. (O)

fapava17@gmail.com

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