El momento para resolver se avecina
Hay que jugársela y de a gratis por el país.
Este ya no es un tiempo de ensayos y rivalidades banales en las que se privilegia la historia personal y se corroboran las pocas o muchas virtudes que están en juego.
¡No! Este es un espacio de evidencias traslapadas a las que estamos convocados a mirar y evaluar con absoluta independencia, para discernir el futuro, procurando tener el menor riesgo y equivocación posibles. Es ponernos de cara ante el Apocalipsis y sus bemoles, para ser capaces de corregir rumbo o hundirnos en el mundo de las tinieblas y los ensayos sin prueba de valor.
En este mismo siglo hemos saboreado el agridulce del desencanto y la improvisación, el populismo aberrante de la mentira y el abuso indiscriminado y castrante. A las pruebas me remito, pues se transitó de la sonrisa al odio y de la oferta al hurto, con el mayor desparpajo.
Por eso, es importante resolver el momento que se avecina pensando con el egoísmo propio del que casi ya no tiene esperanza. Los pueblos necesitan volver sus ojos a la realidad; exigir a sus gobernantes que dejen de dilapidar recursos y acometan en obras fundamentales e inaplazables y den cabal cumplimiento a los mandatos y pronunciamientos de la consulta.
Olvidarse del circo y la farra. Asumir con responsabilidad el rol vital de la existencia, superar el lacerante estado de la dádiva y el regalo, la gratuidad y la coima, y privilegiar la dignidad y la superación por sobre el orgullo y la obsecuencia.
Es tiempo de labrar y sembrar para cosechar. Lo que no significa iniciar la acción y luego abandonarse al olvido. Todo lo contrario. Es la oportunidad de saber y sentirse útil para sí mismo y para los demás. De ninguna manera dejarse vencer de la suspicacia y mucho menos de la retórica en lengua afilada y ensalivada.
Seguir la línea de la prudencia y la consecuencia con la familia y la sociedad. Apostar por un futuro digno, convencidos que vendrán días mejores gracias a la certeza de sabernos y sentirnos seguros, es la apuesta para trascender.
Cómo y con quien hacerlo, es la pregunta para contestar desde la interioridad del ser racional, del elector expectante, del vecino comprometido en mejorar, del trabajador responsable, del profesional que abre caminos y del estudiante que cumple con su cometido de aprender.
No permitamos que la confusión y el desmedido interés de la política que se relame los labios cuando sueña con el poder, nos abrume. Apoyemos convencidos a los candidatos que saben cómo hacer las cosas y lo demuestren con hechos y no con palabras. (O)