El héroe republicano
El sábado 13 de julio de 2024, en Pensilvania, el precandidato republicano y ex presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, se encontraba dando un discurso en un mitin, cuando Thomas Matthew Crooks, una persona de 20 años, apuntó su rifle AR-15 desde el techo de un edificio cercano y disparó 8 veces contra el candidato. Con sus disparos, mató a Corey Comperatore, un hombre de 50 años que se encontraba en el público, e hirió a dos simpatizantes de Trump. El objetivo no se cumplió: a Trump solo le dio en la oreja. Tan pronto como sucedió esto, varias personas del Servicio Secreto de los Estados Unidos se abalanzaron encima de Trump para protegerlo, mientras él se levantaba y, con el puño en alto, gritaba “Fight! Fight! Fight!”, convirtiéndose así en el héroe republicano.
Lo que parecería el relato de una novela política se hizo realidad e impactó al mundo entero. Acá, en Latinoamérica y especialmente en Ecuador, nos dimos cuenta de que los atentados en contra de candidatos no son cuestiones reservadas a los países más azotados por el terrorismo, sino que también ocurren en los países más poderosos y que, además, se jactan de ser seguros.
No obstante, la violencia política en contra de candidatos presidenciales en la historia estadounidense ha tenido varios precedentes: el atentado fallido en contra de Theodore Roosevelt, el 14 de octubre de 1912, durante la campaña política; y los atentados consumados en contra de los candidatos Robert F. Kennedy, en 1968, y George Wallace, en 1972. Esto, claro, sin contar los precedentes en contra de presidentes, con lo que la lista se haría más larga.
La violencia política se ha agudizado en el país norteamericano a raíz de una constante campaña de odio emprendida por el Partido Demócrata que, incluso después de lo sucedido, se niega a calificar el hecho como un “intento de asesinato”. Las teorías conspirativas que hasta hace unos días eran, según la progresía norteamericana, un “elemento característico de la derecha”, pasaron a ser el recurso del que más abusó la izquierda para hablar de un “autoatentado”, empleando conjeturas ridículas.
Con lo sucedido, Trump se convierte en el héroe republicano que combate, a riesgo de su propia vida, la progresía norteamericana, lamentablemente aupada por las corporaciones más grandes y poderosas de ese país. (O)
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