Democracia y militares
Ganó ampliamente el candidato opositor, con una diferencia de cuatro millones de votos. Sin embargo, el perdedor se declaró ganador y se quedó en el cargo de Presidente de Venezuela. Quienes han estado acostumbrados a saber que su voto cuenta y no puede ser falsificado, es decir, cambiado su sentido, tienen serios problemas para comprender lo que ocurre en la patria de Bolívar.
En Ecuador el sistema electoral es bastante confiable, más allá de algunas deficiencias aisladas. El ecuatoriano sabe que es imposible, en términos jurídicos, que un perdedor, por cuatro millones de votos de diferencia, se declare ganador y los militares confirmen ese fraude.
En cambio, los venezolanos, después de 25 años de dictaduras y fraudes electorales, saben que sus votos pueden ser falsificados. Nos les llama la atención lo que ha hecho Maduro. Era previsible. Lo que no entienden es la conducta tan servil de los generales y la desmovilización de los mandos medios. En la institución militar residía la esperanza para que se respete el voto mayoritario. Sin embargo, se ha impuesto la corrupción compartida entre Maduro y la cúpula, obligándoles a protegerse mutuamente. Ante ello, a los ciudadanos sólo les queda esperar que los mandos medios se rebelen.
La vergonzosa posición de Lula, López Obrador y Petro en la OEA, con el eco de Ortega, ha alejado, por lo pronto, la esperanza de una inmediata solución internacional. La tibieza de Biden ha sido otro obstáculo para el respeto de la voluntad mayoritaria.
Qué diferente ha sido la conducta democrática de los presidentes Noboa, Milei, Boluarte y, curiosamente, Boric, quien se ha desmarcado de la línea izquiedista liderada por Lula. El Presidente uruguayo es, en todo caso, quien mejor ha descrito a Maduro, al decir que Venezuela no tiene un Presidente sentado en el sillón presidencial sino un delincuente. (O)