El cáncer son ellos
Nos quejamos permanentemente -y con justa razón- de los gobiernos autoritarios y corruptos sobre todo de la izquierda narco-socialista, cuya característica es aliarse con lo más oscuro del espectro social para robar y eternizarse en el poder. Son mandatarios perversos que no tienen empacho en pisotear su propia dignidad y la de terceros con el fin de anteponer sus mezquinos intereses a los del bien común.
No hay que hacer mayor esfuerzo para constatar que Maduro, Ortega, los Castro, Lula, Petro, López Obrador, Correa, entre otros que pertenecen al Socialismo del Siglo XXI, comulgan con los adjetivos antedichos y que todos ellos están íntimamente ligados al delito en todas sus formas.
El caso es que -y seguramente no será sorpresa para usted- exactamente esas mismas características de nula honestidad y alta podredumbre moral que encontramos en países con este tipo de gobiernos, los hallamos también en presidentes, directivos y más de ciertas instituciones y organismos del sector público-privado. Allí -en casos bien identificados, aunque no del todo conocidos-, esas autoridades suelen actuar con similitud milimétrica a la de aquellos corruptos gobernantes.
Y es que, si bien son calcados en inmoralidad e ineficiencia, estos organismos y sus directivos no siempre se exponen públicamente como los políticos, por lo que gozan de cierto aire de encubrimiento, sin embargo, tarde o temprano podría brotar pus porque el cáncer está ahí… porque el cáncer son ellos.
De manera idéntica a un arrogante Rafael Correa, algunos de estos directivos piensan que mientras más griten y más pedantes sean más respeto ganan. Igual a un ignorante Nicolás Maduro, creen que hablando sandeces y decidiendo torpemente se ven más inteligentes. Similar a un corrupto Petro, mal suponen que nadie se dará cuenta de sus picardías. Y tal como los dictadores Castro en Cuba, piensan equivocadamente que serán eternos.
Por eso es que, con este tipo de personajes en el poder, a la honestidad, ubicada del lado opuesto, la suelen silenciar porque sencillamente la verdad y la transparencia les estorba.
Y sí, como habrá notado, mi énfasis esta vez va dirigido no a políticos exclusivamente sino a esos otros personajes que tal vez sin serlo son igual de nefastos para los organismos que momentáneamente dirigen. Y hago énfasis porque, privados o no, algunas de estas instituciones tienen un rol trascendental con la sociedad, por lo que deberíamos estar alerta y no descuidar sus andanzas.
La siguiente frase anónima hace referencia a los políticos, pero también calza perfectamente para varios de estos directivos: “En un Estado corrupto, el coraje de hablar es un acto de rebelión, y la gente honesta debe temer el precio de su integridad.” (O)