¿17? 

Columnistas, Opinión

Y mi país tan lindo, cambiante, maravilloso, intercultural, megadiverso, lleno de magia, que desborda poder por donde quiera que lo vivamos, ese país que nos hace sentir orgullosos, pero también abrumados muchas veces cuando nos confunde su población sumida en la confusión de los poderes pasajeros, ese país entregado al corazón de Jesús, ese país de gente indígena, afro, mestiza y talvez algunos considerados blancos, ese país que ahora, en el siglo XXI, a través de procesos políticos, aún no ha podido mejorar condiciones de vida de su propia gente y que encima, como si fuera poco, para las elecciones 2.025 nos presenta 17 candidatos a su presidencia, ese país es Ecuador.

Y entonces, ¿Latinoamérica qué nos dice ante estas realidades?, ¿qué nos puede decir? Si su organización está opacada por la escasa posibilidad de aún creer que nos podemos unir hablando un mismo idioma de unidad latinoamericana; esa región que siendo organizada, pudiera poner las reglas del juego; las reglas sobre economía quizas, talvez de negociaciones internacionales inteligentes y en unidad; de comercio exterior justo; de intercambios culturales permanentes; las reglas de entender y aceptar que somos la región del mundo con mayores recursos naturales disponibles e intactos todavía; reconocer que a esa región poderosa pertenece nuestro país; pero que, está permanentemente sumida en procesos políticos de corrupción; liderada por partidos politiqueros cuyos lideres no tienen ni idea de que la política es servicio basado en la organización y el funcionamiento del poder y que el pueblo debe entender a quien efectivamente le quiere dar ese poder, pero le cuesta hacerlo.

Impresión, es lo que menos nos da a las y los ecuatorianos que transitamos libres y felices por las calles de las ciudades de este país, impresión al saber que hay alrededor de diez y siete si, diecisiete candidatos a la presidencia del Ecuador; y, en realidad si verificamos quienes son, cuál es su experiencia profesional, cuál es su formación académica, cuáles son sus intenciones a parte de tomar el jugoso recurso económico que el Estado (nadie entiende bien porqué), les remite a todos los partidos políticos para que manejen sus “campañas” electorales.

En Alemania por ejemplo si, en efecto, existen al rededor de 15 partidos políticos, pero únicamente dos o tres presentan opciones a candidatos a la presidencia de ese país, que además cabe recalcar está dentro de los “G5”, es decir está dentro del Grupo de los 5 países más “poderosos” del mundo; Alemania, desde su propia experiencia, crea normativas inteligentes que razonando en beneficio colectivo, generan la opción legal de que el Estado les remita únicamente presupuesto a cada partido político después de analizar el porcentaje de votantes que tuvo cada uno; si en el caso del Ecuador, se utilizara la misma estrategia, cuántos partidos políticos continuaràn y cuántos desaparecerían?

Desde el retorno a nuestra “democracia” en 1.979, luego de la consolidación de varios partidos políticos y el nacimiento de muchos otros, se comprende el inicio del largo proceso de redemocratización, es decir, incidiendo en que la libertad y la soberania de cada población también se podria evaluar de acuerdo a la participación y organización social por medio de los distintos partidos políticos existentes; pero, y digo pero, porque de acuerdo a la historia hemos de entender cómo cambian las realidades de nuestros territorios y su propia visión de organización social, a partir de la Constitución del 2.008, se crea por obligación legal los “subsidios” que a través de los Fondos Partidarios y de Reposición del Gasto Electoral, el Estado debe entregar el apoyo económico a cada partido político simplemente por el hecho de existir, no importa si nadie conoce a sus candidatos, igual el Estado tiene que pagar sus participaciones, en detrimento economómico del propio pueblo y sus vastas necesidades permanentes.

Entonces, nos preguntamos: ¿17 candidatos no se vuelven una carga extremadamente pesada para el país? ¡Ay Ecuador!. Nos sirve de algo su participación en una campaña electoral sin fundamentos muchas veces, con líderes sin luchas sociales, sin convicción de ideologias o formación filosófica, sin bases sociales ni colectivas, sin comprender lo que es trabajar por los derechos colectivos, sin oficio, sin conciencia ni compromiso, sirven de algo realmente estos personajes para la democracia en nuestro país? (O)

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