Hacia la negociación efectiva a nivel micro
Todos negociamos en el diario vivir, por ejemplo cuando ofrecemos nuestros servicios profesionales, al vender productos, en calidad de adolescentes al pedir un permiso para salir a un baile, cuando estamos comprando en el mercado central (las papas, el tomate, la cebolla), etc.
Negociar debe considerarse una ciencia y tenemos que estar preparados para obtener los réditos correspondientes, por lo cual tenemos que definir claramente cuál es nuestro objetivo, qué es lo que queremos adquirir con esa negociación, por ejemplo deseo comprar un vehículo Kía porque es una marca posicionada en el mercado, tiene buena relación calidad-precio, alta gama de modelos y son fáciles de revender luego de utilizarlo, estas pueden ser las razones; si queremos ese auto usado, debemos investigar el precio promedio y verificar si no reviste algún golpe “fuerte”, verificar que el motor se encuentre en buen estado de funcionamiento, las multas (si las hubiere, hayan sido canceladas a tiempo), matrícula al día, motor y chasis verificables, es decir una investigación de lo que deseo y lo que su compra engloba, así como contar con la liquides correspondiente para transar el bien.
La negociación también implica estar preparado con la contrapropuesta, es decir, que debemos decir luego de que mi interlocutor no acepta mi primera opción, ejemplo, el quintal de papas cuesta USD 30,00 (es que es Chola) si pero le doy USD 25,00 que le parece, a veces nos encontramos con un NO rotundo, y es ahí cuando empieza a florecer la magia del negociador con un “tira y afloja” hasta encontrar el precio ideal que se ajuste a las expectativas del oferente y demandante.
Las ofertas y concesiones siempre funcionan y se los utiliza a todo nivel, por ejemplo, el precio le puedo dejar en USD 27,00 pero le llevo el producto a su auto; me pasó este ejemplo al ingresar a un parqueadero días atrás, había un señor que dirigió mi vehículo a un puesto pequeño, al final me dijo “le lavamos el carro” tan solo cuesta USD 3,00 por fuera, aquí existió una “obligación moral” de pagar ese apoyo que me brindó en un inicio.
La empatía implica ponernos en los zapatos de la otra persona, imagínese usted negociar con un productor de Pilahuin, que labra la tierra en el sol, la lluvia, que está a inclemencia del vaivén de los precios, que tiene un apoyo financiero reducido y que debe madrugar para llegar al mercado a vender su producto, su posición es muy diferente cuando estamos hablando de un oficinista, negociemos al “ganar-ganar”. (O)