El caparazón del dolor interno

Columnistas, Opinión

La salud, estado natural del hombre, no sólo es ausencia de enfermedad, sino es el equilibrio físico, mental, espiritual y social, en donde la persona siente alegría y entusiasmo por vivir. Hoy por hoy, el tiempo es cada vez más apremiante, las secuelas del Covid19, la crisis económica familiar, la narcocriminalidad con sus tentáculos en la política, en la justicia, en las autoridades uniformadas y en casi todas las instituciones. La vida de los jóvenes ya no es el mundo de los juegos inofensivos, sino es una jungla dentro de una montaña rusa emocional, perdiendo gran parte de su sentido de sí mismos, son vulnerablemente amenazados y por lo tanto viven en un estado de miedo, de carencia, de inconformidad y pérdida de identidad. En cualquier tiempo y, de cualquier modo, todo el mundo sufrimos, en tiempos de guerra, en tiempos de paz, de calamidades, de desastres naturales, en la vida cotidiana. No obstante, sin importar hasta donde lleguen las ondas obscuras del sufrimiento, éste es individual, propio e invisible, Muchas veces, la sensación de pérdida agobia hasta el punto de que aparentemente no importa nada, y su influencia en cada uno de nosotros, es distinta, depende de cómo nos dejemos incidir y si permitimos que nos destruya. 

La última vez que alguien experimentó una crisis de miedo, culpabilidad, vergüenza, decepción, pesar, remordimiento, ira, desesperanza, aturdimiento, rencor, esa persona repitió una y otra vez ¿Por qué? La mente no acepta el sufrimiento, ¿Por qué a mí? ¿Qué hice para merecerlo? Si Dios existe ¿Cómo puede permitir este sufrimiento tan terrible?

Hay quienes consideran que el sufrimiento es parte de la vida y por tanto inevitable, el cuerpo físico está expuesto a hambre, violencia, accidentes, envejecimiento, muerte, etc. Parecería por tanto que es natural que debamos sufrir, opinión relativamente fatalista porque demuestra ser incurable. Otra respuesta es religiosa, que el sufrimiento es producto del pecado y de malas acciones, es decir que el sufrimiento viene de adentro y no de afuera, pero esta respuesta encierra optimismo postergado y que es posible la redención. Otra respuesta encierra un mensaje espiritual y que el sufrimiento se prolonga hasta tanto ese mensaje sea oído y concebido, es decir que del sufrimiento puede brotar amor, y éste es el mensaje oculto al interior de todo sufrimiento, elimina lo interior o exterior, lo físico o lo mental, nos hace ver como espíritu puro. Rabindranath Tagore insistía que el amor no es un simple sentimiento, sino la verdad última que reside en el centro de la creación. El dramaturgo George Bernard Shaw lo evidencio diciendo: “Mantente limpio y transparente porque tú mismo eres la ventana por la que ves al mundo”.

Nuestras reacciones negativas tienden a ser fatalistas, de obsesión de un pasado frustrado, de magnificar y encunetarnos en las dificultades, de creer que somos los que más sufrimos en el mundo. Debemos reconocer la necesidad de ayuda profesional. Una multiplicidad de signos y síntomas de enfermedades complejas son el caparazón del dolor interno. (O)

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