Prevención del suicidio, desafío en Ecuador 

Columnistas, Opinión

El suicidio es una problemática de salud pública que afecta a miles de personas en Ecuador cada año, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), en 2020 se registraron 1.064 casos de suicidio en el país, lo que representa un aumento significativo del 32% en comparación con el año anterior, esta situación establece la urgencia de implementar estrategias efectivas de prevención, intervención y apoyo desde un enfoque integral y preventivo.

Desde una perspectiva psicológica, el suicidio no debe ser visto como un evento aislado o impulsivo, sino como multicausal, las investigaciones han demostrado que, en la mayoría de los casos, es el resultado de una combinación de factores: trastornos de salud mental como la depresión, la ansiedad, el estrés crónico y el abuso de sustancias, junto con crisis emocionales intensas y factores sociales, es indispensable identificar y tratar estos factores de riesgo a tiempo puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.

La prevención del suicidio en Ecuador requiere intervenciones multifacéticas que involucren tanto a los profesionales de la salud mental como a las comunidades; uno de los primeros pasos en la prevención es la detección temprana de las señales de alerta, como cambios bruscos en el comportamiento, el aislamiento social, la pérdida de interés en actividades diarias, y expresiones de desesperanza, los profesionales de la psicología  juegan un papel crucial al identificar estas señales y brindar tratamiento oportuno, como la terapia cognitivo-conductual (TCC), que ha demostrado ser efectiva en la reducción de pensamientos suicidas.

Además de las intervenciones clínicas, es vital la psicoeducación, a menudo, el estigma en torno a la salud mental impide que las personas busquen ayuda, en Ecuador, esto es especialmente preocupante en zonas rurales, donde el acceso a servicios de salud mental puede ser limitado, la concienciación y sensibilización de la población acerca de la importancia de la salud mental y la normalización del diálogo sobre el suicidio son medidas clave para derribar estas barreras.

El apoyo comunitario también es fundamental, las redes de apoyo, como familiares, amigos y compañeros de trabajo, desempeñan un papel esencial en la prevención del suicidio, escuchar sin juzgar, estar disponible y ofrecer un entorno seguro puede ser la primera línea de defensa.

Prevenir el suicidio es posible si se detectan las señales a tiempo y se busca ayuda profesional, es un esfuerzo colectivo que requiere la participación de todos los sectores de la sociedad; como psicólogos, reafirmamos nuestro compromiso con la prevención, la intervención y el apoyo a quienes lo necesitan, promoviendo una cultura de cuidado y salud mental. (O)

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