La angustia en cada esquina
Era un mediodía de domingo en Ambato, como cualquier otro. El reloj marcaba las 12:40 horas y la ciudad seguía su curso habitual. Sin embargo, en la concurrida intersección de la avenida Cevallos y Olmedo, la tranquilidad se desvanecía tras un acto que dejó una estela de incertidumbre y desasosiego: un robo a un local.
El equipo del Grupo Motorizado del Distrito Norte recibió la alerta a través del ECU-911. El mensaje era claro y directo: un local había sido vulnerado en su parqueadero. Al llegar al lugar, los agentes pudieron constatar que las seguridades del local habían sido forzadas, y el candado, una vez protector, yacía roto, símbolo silencioso del delito.
La propietaria del local, aún no estaba en el lugar. Desde el sector de Atahualpa, donde residía, corría angustiada hacia su negocio. Al llegar, la realidad la golpeó de frente: 26 pares de zapatillas, una aspiradora industrial, un cilindro de gas, y un casco marca Fox, habían desaparecido. Cada objeto robado no era solo una pérdida material, sino también el producto de su esfuerzo y dedicación, una parte de su sustento.
Con la voz entrecortada, la mujer enumeraba lo que le faltaba, sumando mentalmente los 1.800 dólares en pérdidas de calzado, los 350 dólares de la aspiradora, y el casco, símbolo de su afición, valuado en 180 dólares. Cada cifra representaba más que dinero: eran días de trabajo, sueños invertidos en un negocio que ella misma levantó con tanto sacrificio. (I)