Doble asesinato tendría conexión con narcotráfico
El eco de los disparos se desvaneció entre las sombras de la quebrada Achupallal, en Cusúa-Cotaló. Era una noche tranquila del 27 de septiembre, hasta que la muerte irrumpió a las 19:33 horas, tiñendo de sangre el camino polvoriento que conecta Baños con Riobamba.
Cuando los agentes de la Dinased llegaron a la escena, ya era tarde. En la calzada, un cuerpo yacía sin vida, boca abajo, con múltiples impactos de bala. El joven, de no más de 30 años, se había convertido en una víctima más de la violencia.
A pocos kilómetros, en el Hospital Básico de Baños, otro hombre de entre 20 y 25 años luchaba por su vida, él había sido trasladado con vida tras también ser parte del tiroteo en la quebrada de Achupallal. Los médicos intentaron lo imposible. Las balas habían hecho estragos en su cuerpo, perforando su cráneo, cuello y antebrazo. A las 21:00 horas, su corazón dejó de latir.
Los vecinos del sector de Achupallal, asustados, apenas se atrevían a hablar. Uno de los pocos que describió la escena: dijo que dos motocicletas aceleraron hacia diferentes destinos, uno con vía a Baños y otro con destino a Riobamba, dejando un rastro de muerte y silencio.
El levantamiento de los cadáveres se realizó bajo la supervisión de la fiscal de Turno. Sin embargo, la investigación apenas comenzó. Un teléfono desbloqueado reveló lo que muchos temían: las muertes estaban ligadas al oscuro mundo del narcotráfico.
La noche que cubrió la quebrada Achupallal dejó más preguntas que respuestas. Mientras las patrullas seguían buscando a los responsables, lo único claro era que en esas colinas, la violencia se había cobrado dos vidas más. (I)