El caos en mi barrio

Columnistas, Opinión

Pensé que vivir junto a un centro de educación superior, iba a ser sinónimo de paz, educación, respeto a la gente adulta, investigación, parques limpios, aseo del barrio, es decir  consideré un clima de mancomunidad apto para la familia del entorno.

La  sensación de paz inicial, se transformó en hábitat peligroso, donde los jóvenes (promesa del presente y del mañana) ingieren bebidas alcohólicas absolutamente todos los días, de lunes a lunes, a toda hora, entiendo que muchos faltan a clases y ya desde las 08h00 de la mañana del día lunes se encuentran “formaditos” en el mal denominado “parque de los borrachos” de la ciudadela Nuevo Ambato para cumplir su cometido.

Es común observar a los chicos reunirse en los alrededores de nuestro barrio, en sus calles principales o secundarias, junto a la iglesia, atrás o en frente de la sede, en las canchas deportivas, en general todo sitio es bueno si de beber se trata; toman de igual a igual tanto chicos cuanto chicas, algunos de ellos con autos a todo volumen interrumpen la tranquilidad de la otrora ciudadela caracterizada por su quietud.

También se ha hecho común ver a los padres de familia o hermanos ir a buscar a “los estudiantes” que no aparecen o no se comunican desde días anteriores, en algunos casos la situación es fuerte ya que terminan golpeados entre sí, chicas cuya relación sentimental con alguno de sus compañeros rebasa el límite del noviazgo con consecuencias fuertes.

El cuadro se estremece con la presencia de extranjeros en ciertos sectores, que pasan solo en “modo” festivo, con volumen de sus equipos de sonido tan altos que perturba el sueño y mantiene en continua zozobra a los moradores de que algo malo pueda ocurrir.

La directiva, así como la policía, entes municipales y autoridades,  brindan su contingente con resguardo, toques de sirena, reuniones de concientización, pero muchas veces parece “el juego del gato y el ratón”, se retiran cuando ven a los uniformados y regresan cuando ya se han ido.

Todos hacemos nuestra parte, pero me pregunto, qué pasa con el rol de los progenitores, acaso nos olvidamos que los valores y principios vienen desde casa, hacemos un llamado a los padres de familia de los muchachos universitarios a fin de que  dialoguen con ellos y los concienticen sobre los peligros que sorteamos todos los días por la inseguridad y su futuro como profesionales. (O)

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