Grito de justicia en La Dolorosa
En el bullicioso mercado La Dolorosa, una sombra oscura cayó sobre una tarde que parecía común. Eran cerca de las 17:00 horas del 7 de octubre, cuando el rumor inquietante comenzó a correr entre los comerciantes y transeúntes. Lo que al principio parecía solo un susurro se convirtió en un clamor urgente: un niño había sido víctima de un presunto abuso sexual.
Una mujer venezolana que buscaba en tierras ecuatorianas un futuro mejor para su familia, vio su vida volverse un torbellino de dolor y angustia. Su hijo de apenas 11 años de edad, había sido víctima de un acto que rompía no solo su inocencia, sino también el sentido de seguridad que su madre trataba de construir en este nuevo hogar. La acusación apuntaba directamente a alguien cercano, también de nacionalidad venezolana.
La noticia fue atendida rápidamente por el ECU 911, y en cuestión de minutos, los agentes de la Unidad de Investigación Contra la Violencia de Género y Trata de Personas (DINAF) se presentaron en el lugar. Allí, entre el bullicio de un mercado que seguía con su rutina diaria, se encontraba la escena de un drama que sacudía la vida de esta familia. Con determinación, los agentes procedieron a la aprehensión del presunto autor, a quien la madre del niño reconoció sin titubeos como el supuesto responsable de la agresión.
Mientras el hombre era llevado por las autoridades, el pequeño recibía el apoyo necesario para enfrentar lo ocurrido. Médicos y psicólogos iniciaron el proceso de evaluación que permitiría confirmar la gravedad de los hechos. Cada paso era un pequeño rayo de esperanza en medio del trauma vivido por este niño que apenas comienza a entender el mundo.
El caso no tardó en llegar a manos de la Fiscalía, y ahora, lo que ocurrió en esas horas de oscuridad en La Dolorosa será motivo de investigación exhaustiva. La justicia tiene un largo camino por recorrer. (I)