El fanatismo
El fanatismo, ya sea religioso o politiquero, es una enfermedad casi incurable,
pues se caracteriza por ser apasionadamente irracional, extremista al punto que le
convierte al ser humano en un idiota que endiosa a su líder, un «sapísimo» avivato
aprovechador del cerebro emocional de los necesitados que son ricos en fe y
esperanza y de los jóvenes que lógicamente quieren cambiar el mundo de la noche
a la mañana, que tienen rebeldía, que la sangre les hierve y quieren luchar ante las
desigualdades, sin percatarse que en la lucha por la igualdad se pierde la libertad y
después nunca hay igualdad entre los no libres. Como resultado del fanatismo,
ignorancia y resentimiento social que cultivan en la gente, les especializan en el
uso de la violencia como método para imponer sus ideas. Nada más miedoso que
el fanatismo y el embrutecimiento que produce. Es el símbolo de la ignorancia que
hará la insignia, el emblema de los pueblos, y causará, indefectiblemente y para
siempre, su abatimiento, su ruina y su miseria.
Desde hace casi dos décadas, más que nunca, se ha ido, paulatinamente, en
Latinoamérica esparciendo, hasta actualmente reinar, el resentimiento y la envidia.
Mucha gente odia y siente resentimiento contra el emprendedor micro o macro
empresario q llegó en base a sus esfuerzos diarios trabajando, a veces, los 365 días
del año, que empezaron desde abajo, que se esforzaron muchos años, a veces sin
comer, pasando muchas malas noches estudiando y que con mucho mérito propio
llegan a tener, pero, curiosamente, no sienten lo mismo contra quien lo hizo
robando fondos públicos, todo lo contrario, a ese lo eligen para que gobierne y
redistribuya la riqueza del que trabajó duro para lograrla. Se trata de una nueva
forma de esclavizar a una sociedad de bajos recursos, con la gran mentira de la
igualdad, de una falsa justicia social, mientras unos pocos se reparten lo que nunca
han trabajado, a los desprotegidos les reparten miseria, y se convierten en
dictadores y millonarios con el capital de las naciones afectadas e “infectadas”.
Con la filosofía de la falacia, la mentira, el robo, de la corrupción, se enriquecen
unos tantos miles, se elevan los ingresos de otros tantos miles y les quita el
razonamiento a cuantos millones.
¿Será que siempre estarán los malos dilapidando las riquezas de los pueblos,
destruyendo, acabando el mundo y nosotros sin avizorar solución trémulos e
impotentes asistimos a sus sainetes de noticieros, sus guerras de quien se adueña
del dinero estatal provocando crisis económicas y sociales, generando
intencionales enfrentamientos entre quienes ni siquiera les importa cómo estén?
No sabemos a dónde irán a parar las economías de Latinoamérica.