El solsticio de invierno y nuestros deseos de nuevo año

Columnistas

Tenemos la bendición de ser parte de uno de los países andinos más lindos de todo el mundo entero, y esa bendición es parte de conmemorar a cada instante a través de las tradiciones, rituales, ceremonias que nos conllevan a reconocer lo maravillosa de nuestra sabiduría ancestral, heredada por nuestros pueblos originarios.

El solsticio de invierno, es una de esas fechas especiales que nos recuerda que además de materia somos espíritu y que las energías que nos rodean nos hablan a través de nuestra propia intuición que despertarla o no, depende de cada uno.

El solsticio determina en diciembre el inicio de invierno para el hemisferio norte y de verano para el hemisferio sur, este mágico fenómeno natural nos entrega el 21 de diciembre el día más corto y la noche más larga de todo el año.

Para nuestros pueblos andinos, es una fecha importante para reconcer todo lo que la Pacha mama nos entrega con tanta generosidad y tener el valor de seguir cuidándola como una madre proveedora de todo lo que necesitamos para vivir bien y en abundancia.

El Kapak Raymi o Solsticio espiritualmente nos ayuda a motivarnos para cerrar ciclos en nuestra vida y agradecer por los aprendizajes recibidos; nos impulsa a crecer para algo mejor de lo que logramos tener; y, nos recuerda que siempre la vida nos entrega posibilidades infinitas para renovarnos.

Este importante fenómeno ancestral, también nos ayuda a tener claro en nuestros caminos que eligamos transitar, que, la luz siempre enciende la obscuridad, incluso la nuestra y que únicamente hay que permitirlo; el Solsticio concuerda también con la celebración de la Navidad, que también trae a nuestras vidas la gratitud, el compartir, la generosidad y el amor fraternal con nuestros seres queridos.

Aprendamos a valorar más lo que podemos tener; y, dentro de ese aprendizaje, que se vuelva una introspección en nuestro interior, el principio universal de que lo que damos al final terminaremos recibiendo de vuelta; y, lo que sembramos, al final, también terminaremos cosechando.

Aceptar que cada situación en nuestras vidas puede tener un ciclo que nos muestre lo que necesitamos mejorar, cambiar, aprender, renovar e incluso desechar de nuestro camino, es importante, pero para eso debemos parar de mirar únicamente el exterior de todo lo que nos pasa o de la gente que nos rodea y empezar a ver las situaciones o las personas desde el otro lado, que puede ser más cerca del corazón que siente más y piensa menos, empezar a entender que todo tiene un lado material pero sobretodo tiene un lado espiritual más profundo, que tal vez nos está hablando desde hace rato y nosotros seguimos sin escucharlo.

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