Acróstico
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Acróstico, composición en la que la primera letra de cada línea o estrofa representa una palabra o frase al ser leída en sentido vertical, es es una modalidad de redacción que ganó popularidad tras la publicación de la tragicomedia La Celestina, atribuida a Fernando Rojas y redactada hacia el final del siglo XV. Esto, debido a que el escritor incluyó un preámbulo redactado en forma acróstica.
Mediante esta herramienta literaria, el burgo maestre de Guayaquil, Aquiles Álvarez, en virtud de una sentencia del Tribunal Contencioso Electoral, pidió disculpas públicas a la abogada Lucía Jaramillo por un mensaje publicado el 16 de julio de 2024, donde catalogó a la asambleísta como «niña vaga».
Álvarez difundió en su cuenta de X las disculpas públicas, comenzando con la expresión: “Ni siquiera en los momentos más intensos del debate político se debe perder de vista el respeto y la convivencia democrática”. El texto concluye diciendo: “Me comprometo a abstenerme de emitir comentarios que vulneren derechos o fomenten la violencia política de género. Promoveré la equidad, la igualdad y el respeto por la democracia”.
Aparentemente, todo está en orden. El funcionario estaría admitiendo una equivocación y tratando de remediarla. No obstante, la creatividad del autor de la disculpa es muy llamativa. El texto, en la parte sustancial, se compone de ocho párrafos y los versos poseen las propiedades de un acróstico, dado que cada estrofa inicia con una letra que, al ser leída de forma vertical, produce la misma frase por la que fue imputado, “niña vaga”. La inventiva de ciertos integrantes de la clase política ecuatoriana no conoce límites.
Esto es una forma de pedir disculpas, sin pedir disculpas. Evidentemente, exigir la contrición no es una buena idea, por más legal que sea. El individuo forzado a acatar una sentencia de esta naturaleza simulará su arrepentimiento, pero no sentirá lo que expresa. Es posible acatar la ley, sin embargo, si no se realiza por convicción, todo se convierte en actuación, hipocresía o nueva agresión.
La asambleísta no acepta esta forma de disculparse. El remitente, no conforme, volvió a escribir en X, de manera encubierta y confusa, la palabra vaga. Mientras la entidad que forzó las disculpas no ha emitido pronunciamiento alguno. Tal vez, todo quede en una anécdota. Mas, como sociedad, debemos comprender que es inaceptable pedir perdón y simultáneamente seguir agrediendo. (O)